9.

3.5K 179 8
                                    

Parpadeó lentamente, tratando de ubicarse y adaptarse a la poca luz que ahora bañaba el salón. Tenía pinta de que había anochecido y había dormido una buena siesta.

Lo primero de lo que se dio cuenta fue de que el plato del sándwich y el yogur ya no estaban en la mesita en la que los había dejado. Lo segundo, que estaba tapada con una manta que ella no recordaba haber cogido. Y, lo tercero, que las notas lejanas del piano de Chiara con las que se había dormido eran ahora acordes suaves de guitarra que sonaban mucho más cerca.

Se frotó los ojos y se estiró un poco. La música dejó de sonar.

- Hey, buenas tardes. - La voz de Chiara, susurrada e íntima, era el sonido más bonito del mundo para los oídos de Violeta. - ¿Te he despertado con la guitarra?

La ex reportera negó con la cabeza, todavía demasiado perezosa para hablar. Buscó a su novia con la mirada por la habitación y la encontró sentada en el suelo con la espalda apoyada contra el mueble de la tele. Justo enfrente de ella, como si se hubiese colocado ahí para cantarle mientras dormía.

La pelirroja sonrió tan amplio que le dolieron las mejillas.

Se fijó en en que la morena se había puesto el pantalón de pijama y llevaba una de sus sudaderas favoritas, notando un pinchazo de felicidad en el pecho. Pasaba el tiempo y seguía sin acostumbrarse a verla con su ropa. Bueno, 'su' ropa por decir algo, porque sentía que estaban llegando al punto de compartir directamente el armario y no saber qué era de una y qué de la otra.

La andaluza dio unos golpes en el sofá, indicándole a la otra chica que se tumbase a su lado. Se recolocó mientras la balear dejaba la guitarra en su sitio y, en cuanto estuvo acomodada frente a ella, la pelirroja la atrajo hacia su cuerpo e inhaló fuerte, volviendo a sonreír. Chiara acarició su nuca con una mano y jugó con la base de su pelo, disfrutando de su proximidad y el silencio cómodo que siempre compartían cuando estaban solas en casa.

Estuvieron así unos minutos, hasta que la menor rompió el hielo primero.

- Siento lo de hoy.

Violeta se separó de ella y la miró con expresión confundida. La morena leyó las dudas en su cara y continúo.

- Sé que esperabas pasar la tarde juntas y yo estuve tocando todo el tiempo, en mi propio mundo. - Explicó. - Pero es que... - Bufó, soltando frustración. - Necesitaba ordenar un poco mi cabeza.

La granadina hizo un puchero y acarició la mejilla de su novia con el pulgar.

- ¿Pero cómo me vas a pedir perdón por necesitar tu propio espacio, Kiki? - Preguntó. - Can you explain it to me? - Añadió en tono de broma.

La británica soltó una pequeña carcajada y la pelirroja se anotó un tanto mental. Nunca iba a cansarse de hacerla reír así.

- No pasa nada, amor. - Insistió, más en serio. - Necesitabas un ratito para ti y yo lo entiendo. - Chiara asintió, cerrando los ojos.

Volvieron a quedarse en silencio y Violeta repasó una por una todas las pecas que cubrían las mejillas de la morena. Parecía tan en paz en ese momento, tan ella misma otra vez, que las dudas que había tenido a lo largo de la tarde le volvieron a la cabeza.

- ¿Kiki? - Tanteó. La aludida abrió los ojos y esbozó un amago de sonrisa, haciéndole saber que la escuchaba. - ¿Puedo preguntarte algo?

- Claro. - Respondió Chiara, sorprendida y alerta ante el tono serio que había usado la pelirroja.

Se miraron durante un instante, mientras Violeta pensaba como sacar el tema.

- ¿Es todo esto... demasiado para ti? - Cuestionó, dibujando patrones abstractos en el brazo de la menorquina para hacerle saber que en el fondo no era nada grave. - ¿Lo estás llevando bien?

Against the worldWhere stories live. Discover now