Capitulo 3

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No sé cómo, pero debía lograr que hiciéramos el proyecto. Esos treinta puntos no los podía dejar ir como si nada, y menos por alguien que no valiera la pena.

Caminé apresurada a la residencia. Cuando abrí la puerta de nuestra habitación no me esforcé en tocar la puerta. Pero lo que vieron mis ojos en ese momento me dejó impactada.

Francesco le hablaba a la persona a su lado. Y la persona a su lado, pensaría que sería Angelo o un amigo —Si es que el idiota tenía— de él. Pero, a la última persona que esperaba ver en nuestra habitación, era a él.

Sus oscuros ojos, bajo aquellas pobladas cejas, me miraban sin discreción, por otro lado, estaba Francesco, quien lo hacía también, de la misma manera y del mismo modo. Sus ojos, su aura, ellos eran muy parecidos ahora que los veía juntos. Y oh, Dios mío. Tuve que luchar contra no abrir mi boca de la impresión, al recordar algo.

Lombardi.

El jodido apellido lo había mencionado Angelo el primer día que llegué. Los padres de Francesco. O sea... Los malditos que estaban sentados en la cama, de frente a mi rostro, con expresiones serias e indescifrables, eran hermanos.

—¿Qué hace él aquí? —Señalé al desconocido -no tan desconocido- el último solo sonrió y el oji-verde solo me miró con expresión gélida.

—Eso no te importa.

El otro solo escuchaba el intercambio de palabras. Sus oscuros orbes estaban en mí, con un brillo inexplicable en ellos, como si le disfrutara de alguna manera este revuelo.

—Claro que me importa. ¿No crees que si compartimos una maldita habitación, no tengo derecho a saber quién demonios está aquí?

Me crucé de brazos, la mirada del otro pelinegro empezó a pesarme, pero no lo demostré.

—Eres tan insoportable.

Abrí mi boca en una gran "O". ¿Acabó de decirme insoportable, cuando el era una persona que de tan solo respirar cerca de él, te insultaba? El muy maldito me dijo "insoportable". Joder, se que lo he llamado de muchas maneras en mi mente, pero no más allá.

—Discúlpame, señor gruñón.

Bufó al aire y se tiró de espaldas en la cama, harto de la pequeña discusión que él había empezado al llamarme de forma tan inapropiada. Su camiseta negra se levantó un poco al estirarse, dejándome ver parte de su abdomen bajo. Maldije a todos los demonios que existen en este mundo, al ver su piel con un tatuaje, pero no lo detallé bien al obligarme a mí misma a apartar la mirada de tremendo ser intolerable.

A su lado, el aún sin nombre, seguía viéndome en silencio, y eso ya me incomodó. Me removí en mi lugar cuando el se acercó, así como lo hizo en la cafetería. Sus pasos eran lentos y tortuosos, en ningún momento apartó la mirada. Tragué grueso ante su cercanía. Su imponente altura era demasiado para mí, por lo que tuve que alzar la cabeza para verlo. Su loción corporal era de un perfume, de esos caros que ni en un año de trabajo podrías comprar.

Era tanto el olor que me resultó desagradable, aunque no sabía si era por su loción, o por su simple persona. El era muy extraño, y nadie tenía idea de lo mucho que me arrepentía de haber chocado con el en la cafetería. Si era esa la causa por la cual que miraba en los lugares más inesperados, no sabía cómo volver al pasado, quitar esos pequeños minutos de mi vida y no verlo de nuevo en toda mi estadía en Kloundwe.

Retrocedí un paso atrás, y el dió otro más hacia mí. Cómo si el fuera un cazador y yo fuera su presa. Las palabras de Luna llegaron a mi mente. Así era como funcionaban las cosas en la universidad, mientras unos luchaban por sobrevivir e intentar ser una persona completamente diferentes a lo que son, otros están en lo más alto de Kloundwe, controlando todo desde la cima.

The Kloundwe UniversityWhere stories live. Discover now