Sombras (Yungi - Ateez)

2. La calma después de la tormenta

El camino a casa transcurrió en silencio, con una calma que se cernía sobre todas las cosas de manera casi etérea. Incluso Mingi, que minutos antes se encontraba inmerso en los ritmos estridentes e insistentes de una pista musical infructuosa que parecía atormentarlo, ahora estaba impregnado de esa misma serenidad. 

Tenía los ojos entrecerrados, con la mirada perdida entre la consciencia y la inconsciencia. Un delicado delineado rojo en el borde de sus ojos delataba el rastro olvidado de las lágrimas, junto con un ligero sonrojo en sus mejillas. 

Hongjoong rara vez lo había visto tan vulnerable, la última vez fue una semana antes de que desapareciera de repente justo antes de un fanmeeting, encontrándolo encerrado en un camerino inoperable entre temblores e hiperventilando. Después de ese episodio, Mingi no los acompañó durante seis meses.

A pesar de lo inofensivo que podía parecer en ese instante, con el cuello de la sudadera subido por encima de su boca y una expresión adormilada que lo asemejaba a un niño cansado, Hongjoong no pudo evitar sentirse inquieto. Él mismo conducía de vuelta a casa en el auto; el mánager se había ido horas antes al apartamento, distribuyendo a cada miembro en sus respectivas residencias, excepto a él y a Mingi, que habían decidido quedarse más tiempo trabajando.

Hongjoong solía ser presa de momentos de inspiración, especialmente cuando el tiempo apremiaba, y se obsesionaba con el trabajo de composición, perdiendo la noción del tiempo. Sin embargo, con Mingi la situación era diferente. La presión venía de circunstancias más mezquinas, que lo habían forzado a permanecer despierto como una forma de autoinfligirse un castigo que, según él, merecía.

Cuando el semáforo cambió a rojo, Hongjoong disminuyó la velocidad hasta detenerse; era el único auto en la calzada vacía. En ese momento, echó un vistazo más atento al hombre en el asiento del copiloto. Mingi tenía los ojos cerrados, con la respiración lenta y pesada. Un ligero tic en los dedos de su mano derecha indicó a Hongjoong que finalmente se había quedado dormido. Se permitió sentir alivio, pero aún estaba precavido. No sabía si Mingi continuaría tranquilo al llegar a casa y acostarse en su cama.

Hongjoong tuvo que reconocer que tenía un punto débil cuando se trataba de Mingi. Siempre lo había encontrado encantador, ya fuera por su apariencia inconscientemente infantil o por su naturaleza impulsiva y desafiante que fácilmente podía cautivar o irritar a cualquiera. Detrás de toda esa energía ruidosa y desordenada, Hongjoong veía a alguien genuinamente emocionado por la vida. Tal vez era la expresión de sí mismo que se obligaba a mantener oculta y que veía reflejada con soltura en Mingi lo que había hecho que conectaran rápidamente.

Esa ilusión inocente que él había creído perdida la encontraba en este hermano menor, que cuando lo había visto perder el control y todo rastro de esperanza, había sido devastador para él. 

Para todos fue un golpe fuerte ver a un compañero como Mingi consumido por el pánico y la tristeza, lo que los llevó a largos silencios de retrospección y a reconocer que debían hablar de lo que eso les hizo sentir. Mientras algunos encontraron un camino claro hacia la aceptación y la superación, para aquellos emocionalmente retraídos como él y Jongho, fue un camino complejo.

Hongjoong no estaba seguro de cuánto le había costado a Yunho la partida de Mingi, quien se prestó como un pilar para sus miembros, pero jamás expresó cómo se sentía al respecto. Hongjoong siempre mantuvo un ojo sobre él, esperando algún signo de debilidad, pero Yunho soportó todo en silencio.

Presionó suavemente el acelerador, asegurándose de que el arranque no despertara a Mingi de su siesta. Tomó el camino más largo solo para darle unos minutos más antes de tener que despertarlo para bajar del auto e ingresar a su bloque de apartamentos. Mientras tanto, su mente no podía evitar divagar.