12. Liss y Jungkook III

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Menuda movida...

Ilusa de mí, pensaba que una vez el enano y yo solucionamos nuestros problemas, el tema de la puta enfermera y todo lo que desencadenó eso, la cosa en el club volvería a estar tranquilita. Y no me voy a quejar, porque para mí está tranquilita... más o menos. Todavía está el tema de Jimin y el cuelgue que dice tener por mí. Sé que Namjoon ha tomado cartas en el asunto, igual que en todo. O en casi todo. El tema es que lo de Jimin está lejos de estar resuelto, y aunque me gustaría recuperar su amistad, sé que por ahora no es posible. Ya me jode.

Por suerte, ese es el único problema que me roza directamente. Así que puedo ser la espectadora del resto de dramas como si fuesen la telenovela más apasionante. Solo que no lo es, claro. Es nuestra realidad. Y me gustaría tener a Jimin a mi lado para chismorrear sobre todas las movidas. Pero, de nuevo, no me voy a quejar, porque tengo a mi novio. Qué bien suena.

Jungkook está sentado en un cachito que le he dejado libre en el escritorio, dando la espalda al pasillo que da a la puerta de entrada y centrado completamente en mí. Tampoco voy a quejarme de esto: me encanta que me preste atención, me mime y me mire como si fuese la única persona importante en la faz de la tierra. Es como debe ser. Como yo debería ser para él.

—Entonces... —susurra el enano, tan, tan bajito que ninguno de los otros le escucha. Solo yo.

—Namjoon se ha enamorado —sentencio. Otra vez. Pero es que mi novio parece que la primera vez no lo ha entendido del todo. Ha puesto esos ojos gigantes que siguen tremendamente abiertos. Y a mí me entran unas ganas de besarle que no son normales (o bueno, un poco sí), pero me contengo porque se supone que estoy en horas de trabajo. Ponerme a follar con mi novio en la recepción me puede traer problemas. Pero chismorrear no.

—Ya, si te he escuchado la primera vez. Pero es que no lo entiendo. ¿De quién? ¿Cómo?

—Qué cotilla eres, enano... —murmuro con una sonrisa que él replica. Qué guapo es, y ahora es tooodo mío.

—No te hagas la difícil, Liss. Cuéntamelo todo.

—Es lo que más te gusta, ¿no? Que te complique las cosas...

—Liss...

—Que sí, que voy. —Meneo la cabeza imperceptiblemente y me inclino en la silla un poco más. Solo para darle más confidencialidad al asunto, no es porque así puedo posar mis manos en sus rodillas. Qué va—. El otro día vino una clienta preguntando por él. No por él en plan: «Quiero una cita con Namjoon». Qué va. Me describió cómo era y me preguntó si estaba aquí.

—¿Y qué le dijiste?

Menudo chismoso... a ver si se entrega luego a mí de la misma forma que al cotilleo.

—Que sí, claro. Justo estaba libre, además. El caso es que me pareció raro y puse la oreja. No lo hago siempre.

—Ya, claro.

—No siempre, he dicho —insisto—. Lo que te decía: estuve escuchando. Parece que se conocían. Según entendí, Namjoon se hizo pasar por su novio porque a la chica la estaba persiguiendo algún cabronazo. Y quería invitarle a un café como agradecimiento.

—¿Café?

—Antes de saber que solo bebe sangre, enano. No te desvíes, que viene lo mejor de todo. Resulta que la chica sabía qué era, claro, que para eso le di yo la charlita. Y le ofreció directamente sangre. Sin sexo ni nada a cambio.

—¿Y qué hizo hyung?

—¿Que qué hizo? La rechazó. Le dijo que no había sido nada, que iba a estar siempre para ella. Escúchame bien: siempre. Luego escuché cómo empezaban a besarse y estuve a punto de desconectar porque me imaginaba que al final se iban a poner a follar. Pero, y aquí viene lo interesante, Namjoon debió de apartarse y le dijo algo así como que mataría por su sangre y que su mente le atrapaba. Su mente. ¿Está, o no está enamorado?

Blood Red - BTSOù les histoires vivent. Découvrez maintenant