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capítulo cuatro: la paciencia, una virtud que muy pocos tienen

         Mandó a Oliver a ducharse antes de que volviera a hacerse el gracioso

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Mandó a Oliver a ducharse antes de que volviera a hacerse el gracioso. O lo que era peor, volver a decirle que Dios existía.

Cara no tenía ningún problema con las religiones. Claro que ella era atea, pero solo porque era hija de quien era (un Dios griego). Y en su vida ya había tenido muchas divinidades, para creer en alguna otra. Si no supiera todo lo que sabe, le hubiera encantando poder creer en alguna religión, seguramente viviría más tranquila. Aunque, en cierto modo, sabía que— incluso si era mortal— no hubiera sido creyente de ningún Dios: simplemente era muy escéptica.

Pero ahora estaba la cuestión de cómo decirle a un niño huérfano de 8 años que su Dios no existía, pero que sí tenía a un dios como padre. Aunque realmente no tenía por qué decirle que Dios no existía, simplemente intentar convencerle de que otros dioses lo hacían también.

Cara no era especialmente sensible, nunca había tratado con muchas más personas que las cinco de su círculo interno; y aun así, los temas serios nunca eran lo suyo. A no ser que se trataran de problemas románticos. Por supuesto que Quirón tampoco nunca la había mandado de misión a por un campista, ni mucho menos, a darle la bienvenida a alguno. Normalmente de eso se encargaban otras personas como Annabeth Chase; y ahora que no estaba, Cara creía saber que le habían encomendado la misión a algún hijo de Deméter o Afrodita, diosas que, por lo general, inspiraban comodidad. Claro, que siempre le habría gustado ver a Clarisse de la Rue dandole la bienvenida a alguien nuevo, de una forma que no fuera meter su cabeza en un retrete.

Además estaba la importante cuestión de que Oliver Castellan era, por encima de todo, un niño insoportable. A Cara se le hacía difícil creer que estaba realmente emparentado con Luke. Tal y como lo recordaba, incluso cuando su amigo siempre tuvo ese lado cómico y divertido digno de un hijo del dios de los ladrones, tenía una seriedad infalible y una valentía tremenda. Ahora, viendo a su hermano pequeño, Cara solo visualizaba a un crío bromista, molesto e inmaduro. Que era lo que se suponía que tenía que ser un niño.

Pero eran unas características que pocas veces Cara tuvo el placer de conocer en sus cercanos, o en ella misma. Al final, tanto Luke como ella habían crecido en unas condiciones muy diferentes a las que Oliver parecía haber vivido. Y aun habiendo crecido en un orfanato, se veía a leguas que aquel niño era simplemente un niño normal comportándose como lo que era y debía ser. Aunque algo impertinente, eso sí. O simplemente era el hecho de que Cara no soportaba a los niños.

No pudo evitar chirriar los dientes en cuanto la pequeña figura salió de su dormitorio, con sus pantalones de chándal que le quedaban grandes, arremangados en sus tobillos, y una camiseta que le había conseguido robar a Nico un día que se enfadaron. Su pelo mojado, sin intenciones de secarlo, comenzaba a empapar el suelo.

IVY ⋆˙⟡♡ apoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora