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¿Había muerto? Cierto, lo había hecho, había muerto a manos de su "hermano" clavando con espadas todos sus corazones.

Y ahora ¿Dónde está?

El rubio caminó tranquilo todo el lugar cubierto de niebla espesa y el único eco eran de sus pisadas y sus incontables quejas y suspiros.

¿De verdad debería de estar aquí?

- Es extraño verte en esta presencia, creí que eras más alto me equivoqué
Se dió la vuelta para encontrarse con otra presencia un poco más chica que él.

Una pequeña niña de ojos esmeralda y cabellos blancos. Su rostro le era familiar. ¿Pero de dónde?

- Pero si eres más pequeña que yo niña

- Meliodas, tu nombre me causa alegría pero últimamente solo me trae coraje y rabia

- ¿Quién eres?

- Me sorprende que ya no me recuerdes, porque yo no te he olvidado todavía.
La niña lo observó fijamente y es ahí donde el rubio pudo reconocer su voz, sus características y sobre todo sus ojos.

Unos ojos iguales a los de su amada pelirrosa.

- Tú eres Mizuki

Sin importarle su respuesta o el haber descubierto quien era ella, la pequeña de seis años empezó a caminar siendo seguida por el capitán.

- Como sea, tienes idea en dónde estás?
El hombre solo negó

- Este mundo es donde viven las almas que van a ser dirigidas hacia los cielos y el purgatorio

- Nadie en esta vida vive de forma inmortal a menos que hayan tomado de un elixir que posee el árbol sagrado de las hadas

- ¿Cómo sabes tantas cosas?
Preguntó curioso

- Desde aquí tengo la vista de todos los lugares conocidos y desconocidos para los vivos

Meliodas meditó por unos segundos y preguntó algo que tenía mucha duda pero, sobre todo debe de tener una explicación.

- ¿Cómo es que tu madre está viva?

- Tú misma has mencionado que nadie vive eternamente, Sakura jamás bebió algo para volverse inmortal
Meliodas vió como la pequeña se quedó quieta, se miró las manos que estaban más blancas desde que apareció en el mundo de los espíritus y respondió la pregunta.

- Ella sí murió en la orca, su alma llegó al cielo en dónde yo estaba pero no quería que ella se privará de tantas cosas hermosas que pudo conocer y hacer así que antes de que tenga una forma purificada tomé de su alma y la llevé a la tierra y la deposité en su cuerpo así es como volvió a la vida.

- ¿Estás evitando que ella muera?

- Amo demasiado a mi madre y la amo mucho más desde que logró reconocer de sus errores en dónde fueron todos ustedes

- Pero ¿Sabes que, Meliodas?

- Todo lo que haces aunque para otros ojos parezca algo muy bueno, para los dioses eso merece un castigo...
Al devolverle la vida a mi madre dejé el cielo, ahora solo estoy vagando entre la delgada línea de vida y muerte.

Última Pecadora©✓ Where stories live. Discover now