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Al final del callejón había una puerta, casi invisible a simple vista, tal como en las películas toqué en una clase de código que, según Derek, servía para que el personal del lugar supiera que ibas recomendado y tener un trato especial

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Al final del callejón había una puerta, casi invisible a simple vista, tal como en las películas toqué en una clase de código que, según Derek, servía para que el personal del lugar supiera que ibas recomendado y tener un trato especial.

Bill se veía nervioso. Cuando la puerta se abrió, nos recibió un hombre que llevaba únicamente ropa interior de látex, un bóxer que no dejaba nada a la imaginación, color negro, llevaba un arnés en el pecho con dos aros que quedaban exactamente en sus pezones, noté que los tenía perforados, llevaba un collar similar al que le pondrían a un perro enorme, de cuero, negro, lleno de picos y estoperoles, con una argolla que colgaba y de la cual pendía una cadena que descendía a su pecho y de ahí daba una vuelta en "U" y pasaba sobre su hombro, como si alguien o algo sostuviera la cadena.

Mi mirada viajaba de sus ojos a su enorme pene, me sentía en shock, pero tras unos segundos de incómodo silencio el hombre rompió el hielo.

-¿Van a pasar muñequitas? -La voz del hombre parecía la de alguien más, un poco más aguda de lo que esperaba, casi entre gemidos era que él hablaba. Ambos asentimos con la cabeza. -¿Quién los mandó nenes?

-Derek, de Magdeburg...

-Owww, mi niño tan lindo. Sus amigos, o amigas... -el hombre nos guiñó el ojo antes de concluir su oración. -...son nuestros amigos.

-Oiga, ambos somos hombres... -Dije como reclamo antes de que Bill se ofendiera porque una vez más lo confundían con una mujer, pero su cara era una de asombro mezclada con fascinación, pude ver que el sujeto que nos recibió le parecía atractivo y totalmente fuera de lo común.

-Ya lo sé muñequita. Así le decimos a las caras nuevas que llegan por aquí, sobre todo a los jóvenes y bellos como ustedes. -El hombre en calzón de látex dijo riendo. -Pasen, aprovechen el rato, si se quedan menos de cinco horas, les daré cortesías para su próxima visita también, así me aseguro de que vuelvan.

Nos adentramos al lugar, saqué mi celular y eran las dos y media, la parada en el parque nos quitó algo de tiempo pero sin duda nos dio algo de energía y arregló un poco las cosas entre Tom y yo. Nos encontramos con un pasillo largo con una luz neón color roja, el hombre de la entrada nos dijo que su nombre era "Diener", era obvio que este era un nombre falso porque en alemán eso significa algo como sirviente, pero no teníamos razones para cuestionarle. Al parecer nadie jalaba de su cadena, solo aparentaba.

 Al parecer nadie jalaba de su cadena, solo aparentaba

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