Existencia

El mundo es bello, montañas se alzan sobre el horizonte, aves sobrevuelan el mar, mientras que la flora y fauna se apoderan de la tierra, dando paso a un clima único y pacífico que tan solo puedes llegar a imaginar.
Lo malo del mundo es que con cada día que pasa se pudre un poco más, la extinción arrasa las tierras, mientras que las aguas se oscurecen y el aire se contamina. Todo a causa de una enfermedad que hasta el momento no tiene cura.
Esta plaga destruye todo lo que toca. Su avaricia es tal que nubla su juicio y deforma todo lo que esté a su paso solo para su beneficio, eso hace la criatura en la que se ha convertido el ser humano.
La vida comienza hace millones de millones de años atrás, y desde su aparición solo ha buscado una cosa por encima de todo, sobrevivir, seguir existiendo es su único objetivo, perros, gatos, ballenas, aves, caballos, incluso tú mismo, todos como especie sintiente de este planeta tenemos en común el mismo fin, conseguir a toda costa un día más de vida.
El universo en el que estamos tiene un diseño curioso, todo parece estar equilibrado de tal forma que parece salido de una caja con instrucciones específicas para ser armado, nuestra existencia y conciencia de la misma, creas en lo que creas, es mera casualidad por lo menos hasta que se demuestre lo contrario.
Desde tiempos inmemoriales hemos intentado darle un sentido a nuestra existencia en este inmenso universo, siempre creyendo que somos el centro de todo, pero no es así, solo somos un grano de arena más en el gran desierto de la existencia. Solo una mera gota de agua en un infinito mar.
El humano, como cualquier especie, sigue sus instintos, juntándose con los de su misma raza para aumentar las probabilidades de supervivencia, porque al final de todo es lo que quisimos, en un inicio, vivir.
Hoy día, con nuestras gigantescas y elaboradas sociedades, después de años de evolución, llegamos a un punto donde nuestra existencia está asegurada, pero vacía.
Día con día, actuando como un simple animal, parte de una manada, trabajando para que el grupo pueda seguir existiendo y sin siquiera saber porque.
El ser humano está tan sumido en el complicado mundo de leyes, negocios e infraestructura que creo con los años, que su avaricia se apoderó de él, ya no le basta con sobrevivir sino que desea más, desea saber qué hay más allá de la supervivencia, llegamos a un punto dónde somos tan conscientes de nuestro propio vacío que buscamos llenarlo desesperadamente con lo que sea que nos haga felices en el momento.
Creando una sociedad dependiente de los placeres que le den sentido a nuestra vida. Todo esto sin importar las consecuencias.

Día con día destruimos bosques, contaminamos las aguas, extinguimos especies enteras, incluso nos asesinamos entre sí, todo por una mera ambición que la sociedad nos ha heredado de generación en generación y que no parece que vaya a cambiar nunca.
Ese deseo de seguir existiendo persiste en nuestros genes, en nuestro ser y seguirá para siempre a menos que sean suficientes individuos los que despierten del letargo en que la sociedad nos ha inmerso desde nuestro nacimiento y así sean capaces de abrir los ojos para ver el mundo que les rodea y que se den cuenta de que el ser humano no está haciendo nada bien.
Podemos ser mejor, podemos vivir, no solo por vivir, podemos vivir haciendo del mundo un lugar mejor para nuestros hijos, no solo para que ellos tengan lo que nosotros no tuvimos sino para que los que vengan después de nosotros aprendan a valorar la vida que se les ha entregado y está no sea desperdiciada en los placeres mundanos de la sociedad actual.
Dejemos saber a las siguientes generaciones de seres humanos que no necesitan dejarse llevar por la avaricia, ni la envidia, ni el orgullo. Hagámosle saber a nuestra descendencia que lo que necesitamos para hacer del mundo y de nuestra existencia un lugar mejor es amor.