Capítulo 3

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San.

_Siento que mi padre te haya obligado a ser mi entrenador personal _Dijo Wooyoung después de fallar en el intento de atrapar el balón que le lancé_ .Soy un asco en los deportes _Murmuró apenado.

_Yo también lo fui en algún momento, todos los grandes lo fueron _Trato de animarlo volviendo a lanzarle otro balón que de nuevo no logra atrapar.

Literalmente parece temerle a la pelota, me dan ganas de decirle que el balón no es una bomba a punto de estallar.

Seguimos con la práctica y mis pensamientos se desvían hace una semana atrás cuando nos bañamos en las duchas de los vestidores, cuando fui testigo de lo que se carga Wooyoung dentro de los pantalones.

Carajo, esa imagen me había seguido a todos lados durante toda la semana, simplemente me era inevitable no pensar en el miembro de Wooyoung.

¿A acaso esto era una especie de extraño síndrome?

Pero lo peor era que cuando me encontraba con Wooyoung en los pasillos de la escuela o en los entrenamientos, no podía mirarlo a los ojos porque estos persistían en bajar hasta aquella zona donde se encontraba mi objeto de deseo.

Esto no podía estar pasándome a mí, a alguien como yo.

Es que yo era reconocido por mi extensa lista de conquistas, había tenido sexo con cada chica que te puedas imaginar: rubias, morenas, de pechos grandes y pequeños, bajitas y altas, de cabello corto y largo. Y después de todo eso, en este momento aún sigo deseando a un chico antes que a cualquier mujer en el universo.

Y no a un chico, a Jung Wooyoung, al que había molestado por años y llamado nerd asqueroso.

Vaya que la vida da vueltas.

Por eso terminé aquí, en el patio de la casa de Wooyoung con la excusa de enseñarle a practicar aunque mi verdadero deseo era dejar el estúpido balón a un lado y exigirle que me tomara para hacerme lo que él quisiera.

Genial, ya ni siquiera yo mismo me domino activo. Esto se está poniendo cada vez mejor.

Tan perdido estaba en mis pensamientos que no noté el balón que Wooyoung me arrojó y golpeó justo mi nariz.

Solté un gemido de dolor y me limpié con el dorso de mi mano.

Sangre, mucha sangre.

_¡Capitán Choi! _Wooyoung saltó en su lugar alarmado y vino hacía mí_ ¿Se encuentra bien?

¡No, imbécil, acabas de romper mi perfecto perfil!

Es lo que deseo gritarle, pero me retraigo al reconocer verídica preocupación en su rostro.

_Estoy bien, buen tiro _Le mostré un pulgar arriba con una mano y con la otra apretaba mi nariz.

_Vayámos adentro, te daré algo de papel _Wooyoung se ofreció y me condujo al interior de su casa.

No hacía falta que me guiara pues conocía el lugar gracias a las cuantas veces que el entrenador me había invitado a cenar.

Solía decir que era como el hijo que siempre quiso tener cuando Wooyoung ni su esposa estaban presentes.

El sangrado parecía haber parado e igualmente Wooyoung se encargó de limpiar con un algodón mojado los restos de sangre seca sobre mi labio.

_Creo que con esto será suficiente _Aseguró concentrado.

Mi mirada se enfocó en los labios entreabiertos de Wooyoung y subieron hacía sus pequeños ojos que brillaban como miles de constelaciones.

Retuve la respiración por un segundo perdido en el castaño de sonrisa rectangular y en cada uno de los detalles de su rostro que únicamente se percibían en la cercanía.

¿Siempre había sido tan... extremamente lindo?

_¡Terminé! _Canturreó sonriente y se apartó.

_¿Por qué haces esto?

_Bueno, no podía dejarte sangrar, arruinarías la alfombra _Señaló el piso.

_No, hablo de ser amable conmigo.

_¿En que me beneficiaría no serlo? _Pregunta lavándose las manos.

Opto por no objetar nada y mirar a mi alrededor pensando en que jamás conocí la habitación de Wooyoung.

Muerdo mi labio indeciso. Estábamos solos en la casa de Wooyoung y preguntarle si podíamos ir a su habitación no sería lo más prudente teniendo en cuenta lo mucho que lo deseo, bueno, al menos a su parte baja.

No era gay y no iba a dejar que un instinto gay se apodere de mi nuevamente.

_Estoy hecho un asco, iré por ropa nueva a mi habitación _Wooyoung anunció a punto de subir las escaleras.

Abro mis ojos y coloco mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

¡Vete, impulso gay!

_Te acompaño _Me adelanto a decir más desesperado de lo que esperaba y lo sigo.

Está bien, yo era una adolescente de diecisiete años confundido con su sexualidad, lo cual suponía era completamente normal.

Sin embargo, para saber si realmente me gustaban los chicos tenía que probar algún pene en mi vida aunque no quiera.

Y el de Wooyoung, aunque lo lamentara mucho, era el indicado para recibir la primera mamada de Choi San.

ExtragrandeWhere stories live. Discover now