"Que los Shadows paguen con el
mayor de los castigos, que los condenes y unas las dos vidas más importantes para ellos, que el heredero de la Luna se enamoré tan perdidamente del tuyo tanto asi que mueva el universo para encontrarlo y en su búsqued...
patear pero está noche, estamos bien, así que, sostén
esas luces. Déjalos brillar.
Y lo único que quiero ver, es un vuelo lleno de luces.
Lighters - Bruno Mars
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Estaba sucediendo de nuevo.
Frente a él estaba su desayuno, un desayuno que si bien Sana no había cocinado directamente había ordenado y cuidado cada detalle para que fuera un desayuno saludable.
Pero sus dedos no se movían. A su nariz llegó el delicioso olor del jugo de naranja recién exprimido, las tostadas de carne con aguacate encima que desde otra perspectiva lucian deliciosas pero no para él.
Tomó los palillos para agarrar un poco de brócoli, lo llevó a su boca y lo intento masticar pero le sabía amargo, no, él no quería eso quería otra cosa...
Pero no sabía que.
Lo trago con dificultad pero no sirvió de mucho pues las náuseas vinieron después, se levantó apresurado y corrió al baño a vomitar.
"Tae, ¿qué ocurre?" Sana llegó detrás de él angustiada.
Tiró la cadena, se lavó bien la boca y la cara, se miró en el espejo y juro ver por unos instantes que sus ojos se tornaban blancos, completamente blancos.
"Tae" Sana tocó la puerta y eso hizo que dejará de verse para luego notar que habían sido simples alucinaciones.
"No puedo volver a lo mismo" Se dijo. Odiaba visitar a su psicólogo o psiquiatra.
La primera vez que lo hizo fue a los 8 años. La familia Jung estaba preocupada por el inocente niño que no comía, los estudios salieron en perfectas condiciones así que la señora Jung sugirió visitar a un psicólogo.
"El chico perdió a sus padres, debe ser difícil" Comentó ella.
5 sesiones después fueron suficientes para que tuviera su primer diagnóstico.
Ansiedad depresiva.
Un niño de 8 años con depresión.
La psicóloga les dijo que lo más seguro es que Tae comía en cantidades enormes cuando no los veía, generalmente podían ser dulces o comida chatarra y cuando tenía que comer su cuerpo lo rechazaba.
Su abuela no le creyó cuando Tae le dijo lo que pasaba.
"Tengo sed abuelita pero el agua no me llena, necesito otra cosa, la carne me gusta pero odia las verduras, ¿estoy mal?" Le preguntó un día.
Visitó el psicólogo por 3 meses y luego fue dado de alta, milagrosamente comenzó a tomarle sabor a sus comidas y pronto la sed desapareció.
Dejó de pensar en el pasado y abrió la puerta del baño.
