Capítulo 1

33 2 19
                                    

Siempre paso las tardes de verano jugando videojuegos frente a la pantalla de mi nuevo ordenador. Hace dos años, papá y mamá me sorprendieron con uno nuevo para mi cumpleaños, ya que el otro que tenía estaba un poco para... Desguazarlo, por decirlo de alguna forma. Literalmente, no estoy exagerando. Con que solo os diga que no era ni capaz de jugar a Los Sims sin que se quedara congelado, os lo estoy diciendo todo. Eso o que se apagara debido a que se calentaba más que el tubo de escape de una moto, o que...

Vale, creo que es suficiente. Cuando me dan cuerda, no puedo parar de hablar. Para ser muy tímida al conocer a las personas, sí que se me da bien ponerle la cabeza como un bombo a todo el mundo. Pero bueno, eso no es lo importante ahora.

Lo importante ahora es que acabo de quedarme empanada mirando un NPC que acaba de pasar por mi lado y he dejado a mi amigo hablando solo por el otro lado de la pantalla.

—Alana, ¿sigues ahí? —Pregunta Diego, mi amigo, extrañado al no escuchar mis gritos estresantes como de costumbre.

—Sí, perdona. Es que acabo de ver a un cerdito súper mono pasando por mi lado. —Añado— Es gordito, parece amigable. —Comento con adoración mientras aproximo mi personaje hacia él.

—Alana, creo que no deberías... —Intenta advertirme Diego, pero no le dejo terminar.

—Ay, ¡qué bonito eres! ¿No te puedo llevar conmigo? —Pronuncio en voz alta, sin que me dé tiempo a darme cuenta de que el cerdo se acaba de abalanzar sobre mi personaje y ahora me está intentando matar. Creo que me está... ¿Comiendo? ¡Ay, no lo sé! Este juego es demasiado raro y adorable a la vez.

—AY, JODER! ¡CERDO CABRÓN! —Grito agitada—. Si llego a saberlo, ni te me acerco a decirte lo bonito que eres. Es verdad eso que dicen sobre  que las apariencias engañan. —Me quejo mientras le estoy intentando matar para que deje de hacerme daño.

—Alana, te he intentado avisar. Pero como siempre, estás en tu mundo de fantasía donde los cerdos son unos animalitos preciosos y no tienes en cuenta que estamos en un juego de combate y de supervivencia. —Me regaña Diego—. Y si no es mucha molestia, intenta no gritar con el micrófono metido en la tráquea, cualquier día vas a matarme del susto y muy probablemente también me quede sordo y tenga que utilizar un audífono como los abuelitos. —Me pide después de soltar un suspiro no muy alegre.

—¡Pero no es mi culpa que el creador sea un sinvergüenza y quiera engañarnos a todos poniendo NPCs con cara de muy buenos amigos! —Protesto como si fuera una niña pequeña.

Bueno, puede que físicamente no sea una niña pequeña, pero apuesto que mentalmente tendré unos... ¿10?, como mucho.

—Que sí, que sí. Sigue a tu rollo. —Responde Diego intentando hacerme callar de una vez. Una vocecita se escucha lejos del alcance de su micrófono, en la cual distingo un «Ya está la comida», por parte de la que supongo que será su madre—. ¡YA BAJO! —Chilla Diego, sin tener en cuenta que yo también lo estoy escuchando, y mucho más cerca de donde está su madre, técnicamente.

—Eh, que yo estoy aquí. —Me quejo mientras me toco con la mano la oreja derecha en signo de dolor, aunque no puede verme—. Casi me dejas sorda, por un momento he imaginado el titular que saldría en el periódico cuando bajase a urgencias y contase lo que ha pasado. Tan solo imagínate: «Chica se queda sorda después de estar jugando un juego en línea con su amigo y que este gritara». —Imagino e imito lo último con una vocecita de presentador de telediario.

—Diego ríe—. Bueno, supongo que ahora ya sabes lo que molesta que te griten al oído, cosa que, seguramente, nunca has hecho ni volverás a repetir, ¿verdad? —Expresa con una notable ironía mientras rueda los ojos. No puedo verlo, pero imagino que estará haciéndolo.

¿Qué hago sin ti?Onde histórias criam vida. Descubra agora