5 Razones || GuerZam AU 📚⛧ [Paolo Guerrero × Carlos Zambrano]

✏️02: Segunda razón.⛧

Hear me out- EXO

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«Oh, cariño, abrázame fuerte.
Tu forma de hacer las cosas
es tan prudente que resulta torpe.
Yo no juego a ningún tira y afloja.»

«Te alejas un paso.
No intentes evitarme, cariño.
Solo aclárame una cosa.
Cuéntamelo, dímelo todo.»

.

.

.

Paolo estaba bien, por supuesto. Estaba más que claro a sus ojos— atestados por cierto aire crítico y meditabundo— que él estaba perfectamente bien, de una pieza. Había hecho un recordatorio mental de cómo debía sentirse... algo así como cuerdo, con las cosas yendo viento en popa sin amenazas a la vista, semejante a una calle solitaria que mira la brisa del verano en calma pasar, como el sentimiento que tienen los niños al estar arropados entre las sábanas en la oscuridad de la noche. Todo en él debía ser eso: serenidad, entereza.

¿Por qué estaba siendo tan cambiante? 

Si todo marchaba sobre ruedas, en una perfecta sintonía... las cosas, sus actividades y responsabilidades fluían como debían, siguiendo el curso de forma natural como para cualquier otro chico de su edad. Era el mismo salón, el mismo ritmo frenético de un día de clases, las voces conocidas de sus compañeros explotando en sus oídos y su poca capacidad para mantenerse concentrado haciendo que prestase más atención a la voz de Jefferson en lugar que a la del maestro, sus dedos descansaban perezosamente en la longitud de su lápiz amarillo mientras lo movía con parsimonia y cierto desinterés. No había algo que estuviese fuera de lugar, o que se le hiciera ajeno, entonces, ¿por qué estaba tan intranquilo?

"Muero de hambre."

El pensamiento hizo que suspirase de forma inaudible, otra vez había evitado comer cualquier cosa durante el receso; llevaba haciéndolo prácticamente toda la semana. Las extrañas náuseas y el cosquilleo en su vientre no era algo agradable para el muchachito de Chorrillos, y empeoraba cuando comía, al menos mientras duraba la jornada escolar evitaría llevar algo de alimento a su estómago para sentirse más tranquilo y menos susceptible a que los síntomas de aquel virus del que era víctima pudiesen jugarle alguna mala pasada.

Era viernes, último bloque de clases; no hacía demasiado calor aquel día a pesar de estar en temporada de verano, así que el ambiente se sentía bastante fresco al haber encendido los dos ventiladores que funcionaban a ambos lados del ruidoso salón de clases de cuarto B, ubicados en las paredes de manera en que proveían algo de aire para los que quedaban perfectamente en aquel ángulo. Y para fortuna suya, Jefferson había elegido desde el inicio de clases sus asientos de forma estratégica para tener el privilegio de que el aire de los ventiladores llegase hasta ellos sin problema alguno.

Era el mismo lugar que llevaban ocupando desde el año anterior, tal vez unos puestos más al fondo que antes; pero era la ubicación perfecta para sus pequeñas fechorías y despistes. Si lo comparase con algo, diría que era análogo al nido donde se tejían e incubaban las travesuras de ambos como un dúo que no tenía remedio alguno. El famoso dicho del ciego guiando al ciego.

No es que a él le importase demasiado.

Jefferson era un chiquillo muy listo, Paolo debía admitirlo, juntos trabajaban bastante bien como un equipo y—muy por lo bajo, si se permitía ser un poco honesto— estaba aliviado de que el chiquillo moreno hubiese llegado a estudiar allí el año anterior y completase su círculo de amistades de manera más que perfecta— Y por ello, ¿cómo no podía estar bien si todo parecía estar en su lugar? No es como si tuviese alguna preocupación adicional al hecho de que terminando sus clases debía ir a casa de su abuela a buscar un recado antes de pasar finalmente a su propio hogar, sin contar con que debía tomar el transporte y creía haber olvidado sus llaves en la mesa antes de salir en dirección al colegio aquella mañana, pero lejos de ello, ¿qué estaba preocupándole al punto de hacer que su pierna se moviese de arriba a abajo de forma casi rítmica en un vaivén que por poco y le producía calambre?