VI. La puerta de Bang Kapi

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Dos horas les había tardado llegar hasta Bang Kapi. Costeando automóviles mal estacionados, personas corriendo y algunos infectados entre la multitud, los últimos kilómetros hasta detenerse en una gasolinera habían sacudido el interior del ómnibus casi literalmente.

A excepción de Billy, que no dejaba de hablar y bromear sobre algunos temas diferentes a lo que les rodeaba, los demás pasaron el viaje pegados a su ventanilla, en asientos separados y marcando claramente la diferencia interna en el grupo.

Bang Kapi otra ciudad de grandes lugares, por lo que con notoriedad todo el caos estaba a niveles por sobre el que se desató en Bangkok. Para Becky, superar el obstáculo de esta ciudad significaba infiltrarse con facilidad en los demás núcleos urbanos. Por eso, mientras el transporte descendía la velocidad, cargó su habitual arma y se puso de pie.

Sintió como tironearon su chaqueta desde atrás y volteó para recibir el abrazo de su hija, mientras Freen las veía a su lado. Le rodeó sus pequeños hombros y acarició su cabello, antes de encorvarse a su altura y sacudirla con diversión por su cintura.

- Adentro de la tienda hay muchos chocolates- le dijo y Mon miró a su morena madre, cuestionándola con una sonrisa. A Freen no le gustaba que consumiera muchos dulces, conocía el efecto de ellos y la niña era aficionada a ellos, tras abrir un paquete de alguna golosina, continuar con otra y más- Mamá te dejará hoy-

- ¿De verdad? - preguntó ilusionada y ella notó la mirada asesina de su esposa. Sin embargo, terminó asintiendo y les sonrió, antes de que Mon corriera hacia la puerta de salida-

- ¡Mon, no! ¡Ven aquí! - gritó Freen corriendo tras ella, pero Billy se interpuso y sujetó a la niña tras él, resguardándola en el primer escalón para descender-

- Tranquila- le dijo sonriéndole y luego a la pequeña - cuando los ojos de Becky no estén sobre ella, estarán los míos- agregó tomándole la mano y bajando finalmente. La morena lanzó un suspiro y la rubia llegó a ella, consciente de esa ida y vuelta casi insoportable que había entre su esposa y su compañero de trabajo-

- Él en verdad la cuidará- le dijo y Freen resopló con ironía-

- Eso ya lo sé. Me molesta que lo haga como si estuviese pidiéndoselo, como si yo no pudiera hacerlo ¿cree que es mejor porque tiene un arma? - inquirió molesta y Becky se detuvo frente a ella - ¿o porque soy mujer? Para él solo existen ustedes dos y no es justo-

- Todas esas opciones son inválidas- le respondió con liviandad y Freen entrecerró los ojos-

- ¿Qué estás diciendo? -

- Yo tengo un arma y soy mujer. Y creo recordar que días atrás te enseñé a usar una-

- Algo así. Me enseñaste, pero no...- la morena se detuvo, cuando ella tomó su mano derecha y depositó su arma más factible y encerró sus dedos alrededor-

- Es una calibre de nueve milímetros, lo que significa que podrás cargarla sin miedo y disparar de la misma manera. Solo...apunta y jala el gatillo- Freen balbuceó, nerviosa y Becky dejó sus manos sobre las de ella, sacudiendo apenas el contacto para que le prestara atención - debes llevar los cartuchos contigo, pero ahora está cargada, le caben 18 balas así que intenta llevar el control. Cuando volvamos de la tienda te daré el resto del armamento así puedas colgarla y llevarla contigo-

- Es... ¿es en serio? ¿puedo llevarla? - ella sonrió, ante el sonrojo de su esposa y la jalo haciendo que la morena se inclinara, besándola con una mano tras su cuello y sintiendo la boca de Freen responderle enseguida. Con el ómnibus vacío y recordando por qué, la rubia le dejó un último roce y se separó finalmente. Si profundizaba el contacto, así como los demás salieron, otros más podían entrar en su distracción-

El OcasoWhere stories live. Discover now