Episodio 4

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Importante


          Anulo por completo lo que iba a hacer y releo el mensaje una y otra vez. Primero estoy segura de que he decodificado mal, pero luego de probarlo en diferentes páginas web el mensaje es el mismo. Después, creo que es una broma. Quizás de Jason, quizás de alguien en el trabajo a quien le caigo mal. Finalmente, creo que es un error y se han equivocado de persona. Pero luego asumo que una entidad como esa no es conocida por cometer faltas.

—Jason —digo en cuanto oigo que ha contestado su celular, como la única persona a la que pienso recurrir.

—No —responde.

—T... tienes que venir ahora —me atropello—, me ha llegado algo... Algo por correo.

—Es domingo, ¿estás loca? —reclama con voz de letargo—. Te veo toda la semana, dame un descanso.

—Es algo muy importante —presiono, urgida.

—Pues dímelo por aquí.

—No puedo, Jason, ¿no crees que ya lo habría hecho? —me quejo, pensando en que ahora incluso mi teléfono está interceptado—. Tienes que venir, por favor, no estoy jugando.

Oigo revoltura en sus sábanas y más gruñidos.

—Más vale que cuando llegue te estés muriendo, Lía.

Mis hombros descansan, me siento ligeramente más aliviada. No alcanzo a decirle gracias.

Camino de un lado a otro por la habitación con la nota en la mano, no permitiéndome pensar demasiado hasta que llegue Jason y me ayude.

Siento incluso ganas de vomitar ante la idea de que todo en mi vida está por volcarse.

—Hija, ¿estás bien? —pregunta mi madre tras la puerta cerrada. Procede a abrirla, preocupada y yo no alcanzo a cambiar mi expresión—. ¿Qué te pasó?

Aclaro mi garganta y miro de reojo la nota en mi escritorio, con miedo de que también tuviera vida propia.

—Nada, mamá. Es mucho dinero el que está... en juego con el error del pedido, eso es todo.

—Bueno, hay que ir a reclamar presencialmente entonces —contesta con el ceño fruncido, quitándose el delantal—, ¿quieres que te acompañe?

—No, todo estará bien. Ya hice todo... todo lo necesario por internet.

Escucho, de súbito, dos bocinazos bajo la terraza de mi habitación y doy un respingo.

—Llegó Jason, de hecho, a echarme una mano. ¿Puedes decirle que venga?

—Claro.

—Gracias, mamá.

Se retira rápidamente, con el paso de una emergencia. No quiero involucrarla en esto de ninguna manera.

Pronto, oigo pasos veloces subir las escaleras. Veo a Jason abrir y cerrar la puerta detrás de él. Todavía tiene la almohada marcada en la parte de atrás de su cabeza. Abre los brazos y me enseña sus palmas.

—¿Qué? —inquiere impaciente.

Se me agita la respiración. Con la cabeza le señalo mi escritorio y la nota sobre él, junto a la pantalla de mi computador. Él suspira y camina hacia ella. Toma asiento en la que es su silla y abre la misma página que he cerrado yo para decodificar.

Yo me recargo con las manos atrás en la pared junto a mi armario. Tipea los números mucho más rápido que yo, y de pronto lo veo quedarse completamente quieto.

Artificial | P.JMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora