𖠿 ، chapter 12 𓂃 𓏸 𓈒

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El único recuerdo lúcido que recuerda Jaemin acerca de su madre, es la calidez de su abrazo mientras un cuento de hadas le era recitado, la seda de las sabanas cuidaba de su cuerpo envuelto en ella y la suave caricia en su rostro lo adormecían cada vez más.

La historia infantil daba vuelta en un mundo donde el tiempo se deslizaba como un río de estrellas, existía un reino de emociones entrelazadas. En este reino, los abrazos no eran simples gestos, sino una danza mágica que unía los corazones de quienes se atrevían a participar en ella.

En la aldea de los susurros, habitaba una joven llamada Luna, cuyo corazón anhelaba la calidez de un abrazo sincero. Luna se adentraba en el bosque de los secretos, un lugar misterioso donde las sombras danzaban al compás del viento, en busca de respuestas a su anhelo.

Una noche, mientras el cielo se pintaba de tonos dorados y plateados, Luna se encontró con un misterioso viajero de ojos luminosos. Sin mediar palabra, el viajero extendió sus brazos, y Luna se sumergió en un abrazo que trascendía el tiempo y el espacio. En ese instante, la danza de los abrazos cobró vida, envolviéndolos en un remolino de emociones y recuerdos.

Cada abrazo era como una melodía única, que narraba historias de amor, consuelo y complicidad. Luna y el viajero se sumergieron en esta danza, donde las palabras sobraban y los latidos de sus corazones marcaban el compás. Descubrieron que en cada abrazo se escondía un universo de sensaciones, un lenguaje sin palabras que trascendía la razón y conectaba almas en un abrazo eterno.

Así, Luna comprendió que los abrazos no eran simples encuentros físicos, sino la manifestación de un sentimiento profundo que envolvía el alma y la hacía vibrar en armonía con el universo. En cada abrazo, encontraba el consuelo, la alegría y el amor que tanto anhelaba, y descubría que, al abrazar a quien amamos, nos sumergimos en una danza eterna que une a los corazones en un lazo indisoluble de amor y complicidad.

En su mayoría de vida, Jaemin recuerda el último abrazo en medio de la paz infantil que recorría su cuerpo junto a su madre, lo siguiente, es estar en un lugar nuevo, resplandeciente, pero frío, y una familia que intentó hasta lo imposible para brindarle felicidad al pequeño niño de cabellos oscuros y mirada triste.

Lastimosamente, lo único que consiguió Jaemin, fue el aprendizaje autónomo del engaño, desde la sonrisa que le brindaba a su madre adoptiva, a los abrazos carentes de un verdadero afecto a esta misma. No era culpa de la mujer, Jaemin lo sabía, pero cuando te arrebatan a tu verdadera madre y lo recuerdas con claridad, no hay espacio en tu corazón para intentar olvidar a la mujer que solía cantarle canciones de cuna antiguas, y cuentos de hadas dignos de películas de Disney.

"Mark... es momento que salgas de esta habitación, no puedes esconderte de ellos toda tu vida escolar, aún nos quedan muchos años en estas paredes" 

Jaemin llevaba intentando lidiar con la amargura y pesadez del mayor desde ese día en el bosque, quien ha rechazado cualquier tipo de avance que Jaemin le ha propuesto, desde salir a comer un simple helado, hasta ir a una clase que compartía con el mayor de los chicos del aquelarre, Lee Jeno.

"Puedo... intentar darte una ilusión, para que pases desapercibido, ¿te suena?"

Mark seguía sin dar una respuesta verbal, pero no era necesaria, el cambio en su semblante enfurruñado solo demostraba la negación a la idea. El menor estaba cansado ya, llevaba una semana intentando sacar al tonto de Mark de la habitación o algún lugar que no sean los salones de clase, parecía totalmente drenado de energía, hasta su magia había vuelto a estar en un tono tenue, sobreviviendo con lo necesario, más no con lo requerido. 

"Mark..." el suspiro de Jaemin resuena pesado entre las paredes del dormitorio "¿Has estado usando tu magia?"

"¿Qué? No, solamente para lo de siempre, la protección del dormitorio" La mirada confundida, pero hastiada de Mark, dejaba aún más confundido a Jaemin.

COVEN MATES - NCT DREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora