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Llevaba muchísimo tiempo quedando con Max, no había tenido nunca la oportunidad de conocer a su familia porque siempre pasaba algo y no podía ir. Max me había invitado nuevamente a casa de su hermana, y quería que lo acompañase para que conociera a su hermana.
- Estoy muy nerviosa - dije cuando Max aparcó y estábamos apunto de salir de este.
- No va a pasar nada, vas a ver que te vas a sentir muy agusto - dijo.
Me acercó hacia él, me di un abrazo y me dio un beso en la cabeza. En lo brazos de Max me sentía muy segura y él no lo sabía.
Nos bajamos del coche y subimos hasta la casa de su hermana. Estaba muy nerviosa y Max lo notó, me cogió la mano y esperó hasta que no abriese.
- Hola hola - dijo su hermana y me dio un abrazo antes de salir a Max.
- Hola - dije abrazandola.
- Por fin te conozco - dijo aún pegada a mí -. Y gracias.
Se separó de mi y no supe que decir antes esas gracias que no sabía porque eran.
Entramos a la casa y me quedé impresionada de lo bonita que era. Decremento dos terremotos aparecieron y fueron corriendo hacia Max, parecía dos calcos de él.
Nos sentamos en el sofá mientras que la hermana de Max nos servias las bebidas. Los pequeños se tiraron sobre Max y me quedé embobada de como los trataba.
No dudé en sacarle una foto con uno de ellos para que la tuviera de recuerdo. Cuando lo dejaron un poco, Max se sentó a mi lado y me pasó un brazo por encima para poder encajar bien en su pecho mientras que hablábamos con su hermana.
Después de muchas historias que acaban mal y de familia que no me quería, en ese momento me sentí la mujer más afortunada y Max era mi gran vía de escape.
