Era domingo por la noche cuando Jungkook giró su coche en la calle de la casa de la infancia de Seokjin. Había pasado una hora y media desde que aterrizaron, y había sido agridulce salir de Nueva York. Los dos sabían que tenían que volver a la vida real, pero mientras aparcaba el coche en frente de la casa de dos pisos, Jungkook pensó, ¿Por qué tenemos que comenzar primero por la parte más desagradable?
Jin alargó la mano para tocar su muslo, y Kook miró hacia abajo y puso su mano sobre ella. Subiendo sus ojos a los preocupados que lo miraban, se encontró sonriendo a Seokjin.
—¿No debería ser quién te consuele ahora mismo? —bromeó, tratando de aligerar el ambiente.
—¿Por qué? No soy el que está preocupado. Todo lo que quiero está aquí en este coche. Eso no va a cambiar.
Jungkook recostó la cabeza en el reposacabezas y cerró los ojos.
—Dulces palabras.
—Es la verdad.
—Entonces recuérdamelo otra vez. ¿Por qué estamos aquí?
Jin dejó salir un leve suspiro.
—Porque creo que si mi padre puede tragarse su orgullo y pedir perdón... lo menos que puedo hacer es ver cómo están las cosas con el resto.
Jungkook no podía culparlo por eso. Fue la única persona que lo contactó durante la hospitalización de Jin. Kook no lo había visto desde entonces, pero sabía que había visitado a Seokjin y le daba esperanzas de que quizás al menos uno de sus padres vendría y aceptaría su decisión.
¿Pero nos aceptará?
—Está bien, entonces. Vamos a ver si los Kim están en casa.
Jin soltó su mano para abrir la puerta y Jungkook también salió, frotando sus palmas sobre la parte delantera de sus pantalones. Esperó al costado del coche mientras Seokjin se acercaba y le tendía la mano.
—Vamos. Creo que ya es hora de que conozcas a mi familia como debiste hacerlo la primera vez.
Mientras Jungkook pisaba la acera y deslizaba su mano en la de Jin, se maravilló ante la diferencia entre ahora y la primera vez que estuvieron aquí.
—¿Y cómo es eso? —preguntó, curioso por saber cómo Seokjin lo veía... nos veía.
Empezó a andar por el camino, haciendo que Jungkook tuviera que seguirlo o soltar su mano, y una vez que llegaron a los blancos escalones que llevaban al porche, Jin lo besó.
—Como mi novio y el hombre que amo. La persona con la que vivo ahora.
—Hay mucha información ahí —dijo Kook, tratando de contener la sonrisa que sentía que amenazaba con aparecer.
—Lo es. Pero necesitan saber que es así. Si ellos quieren estar en mi vida —dijo Seokjin mientras subía dos de los escalones—, de cualquier manera... ya sea los domingos para cenar o en la habitación de un hospital porque he tenido un accidente... entonces necesitan saber que tú vas a estar allí. Eres la única persona que quiero allí. Todos los demás son solo un valor añadido. ¿Lo entiendes?
Jungkook dio un paso hacia arriba, acarició la mejilla de Jin y le dijo:
—Me haces tan jodidamente feliz. No tenía ni idea de que nunca antes lo había sido.
