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Cuando la estabilidad dentro de los túneles fue en decadencia, no hubo otro remedio salvo regresar a la superficie.

Muchos, por no decir que la gran mayoría de los supervivientes, huyeron sin mirar atrás. Las personas buscaban desesperadamente dos cosas sencillas: vida y alimento. La sociedad que se fracturó en lo subterráneo trató de iniciar de nueva cuenta; de cientos quedaron decenas y ahí nació una nueva ley: quien saliera, no era bienvenido de regreso.

Jeongguk era demasiado pequeño para comprender el por qué sus amigos dejaron su hogar sin despedidas, el por qué sus padres discutían tanto en su pequeña casa y después de aquella noche, no entendió el beso que le proporcionó su madre en su frente antes de alejarse junto con su hermana mayor. Se quedaron juntos él y su padre, no tuvo la opción de elegir.

El tiempo pasó difuso, las personas vinieron y se fueron, la comida comenzó a escasear, su fortaleza empezó a fallar y los pasos de duda no flaquearon. La oscuridad gobernó los subterráneos, sin embargo, su padre jamás abandonó lo que con tanto esfuerzo llamó "hogar". Era inevitable, lo sabía, pero el dolor de la pérdida caló hondo en él, Jeongguk perdió todo lo que conocía.

Su padre murió.

Y un Jeongguk de quince años tuvo que aprender a sobrevivir solo.

Los túneles se extendían por varios kilómetros, gracias a los conocimientos vastos que le daba su padre y escuchaba de los otros, sabía con exactitud el punto hasta donde acababan.

Las construcciones bajo tierra se implementaron una vez que el gobierno neutralizó la amenaza, esta fue la manera en la que se tuvo a la armada protegida por varios años de aniquilación, por supuesto, la autoridad fue corrupta, no intervino y no ayudó cuando las ciudades fueron invadidas y los muertos ascendieron a millones. El país y el mundo entero se vio envuelto en la extinción a causa de criaturas casi invencibles, aparte del virus que atacaba una vez las personas perdían la vida. El caos total vino de todos lados y de todas formas posibles en una sola explosión: las sequías, las fuertes tormentas, los constantes cambios climáticos, el comienzo de la muerte de la flora y fauna, y después, las guerras nucleares entre los países. Más que buscar la forma de sobrellevar la catástrofe, el mundo se vio sumido en el apocalipsis.

Sin embargo, estos habían sido las primeras décadas, con el pasar del tiempo, los muros volvieron a ser construidos y a los pocos sobrevivientes se les permitió ingresar a los túneles. La mayoría de zonas urbanas tuvieron un segmento de subterráneos, donde las personas se refugiaron y comenzaron de nuevo.

Jeongguk nació casi cien años después de la catástrofe. Plasmado como un libro de texto para las nuevas generaciones, se narró la historia del renacer de la humanidad.

Un sistema que se mantuvo eficiente por décadas hasta que finalmente cayó. Al igual que todo lo demás, la precariedad dio inicio a la falta de calidad de vida y de ello a la cada vez más baja natalidad y la más alta tasa de mortalidad. Las personas comenzaron a morir y no hubo otras que reemplazaran las cifras. Parecía que no estaban destinados a vivir un poco más.

Dentro de los túneles, Jeongguk sentía que la soledad gobernaba lo que le rodeaba, se acostumbró a la oscuridad y vio partir a los últimos compañeros. Los corredores. Aquellos valientes que se arriesgaban al salir a la superficie, por agua, por comida, por protección. Ellos habían sido parte de su minúsculo grupo, no eran más que cinco personas en la enorme estructura. Estaban juntos, crecieron juntos y a su promesa, morirían juntos.

Lamentablemente, eso fue lo que sucedió.

Sus nombres: Jae Young, Kyung y Haebeom. Tuvieron que irse en busca de medicamentos y suplementos farmacéuticos, los que contaban en su bodega no eran suficientes y Jayoon, la menor de todos ellos, caía a la enfermedad con el pasar de los días, fue una decisión arriesgada, una que traería consecuencias mortales para cualquiera de ellos. Pero eran un equipo, lo hicieron por el deber de la familia, por el sentimiento de hermandad entre ellos. Los tres hombres arreglaron las cosas necesarias, Jayoon mejoró ligeramente y Jeongguk, el líder, se sintió impotente al no poder ayudar de verdad.

EL VALLE DEL SILENCIO 依靠 KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora