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Doloroso.

Esa sería la palabra que utilizaría, había un millón más que se le podían venir a la cabeza, pero sentía que esa era la que más servía. Había muchos tipos de dolor, había experimentado algunos cuantos, desde leves como ser pinchado con una aguja a unos más graves como perder su brazo gracias a un guardián.

Sin embargo, el dolor que sintió cuando estuvo parado sobre uno de esos sellos no se comparaba con ninguno que hubiese sentido antes. Si debía describirlo, diría que fue como si le clavasen agujas por todo el cuerpo, extrayéndole a la fuerza, no sangre, sino algo más vital, dejándolo como un saco de piel arrugado que estaba destinado a caer sobre su propio peso.

Fue horrible.

No dudaba que debió verse como sus hermanos, con las mejillas vacías, los ojos huecos y la piel gris.

Ya no sentía ese dolor, mas no podía evitar que el mundo le diera vueltas gracias al golpe que había recibido en la cabeza. Sus manos trataron de hacer fuerza, para así separar su rostro del suelo en que había aterrizado.

De pronto se dio cuenta, ¿madera? ¿El suelo era de madera? El suelo del hotel era de mármol si mal no recordaba.

—Maldita sea, Allison...

Le costó un poco, pero finalmente se levantó del suelo y observó con mayor atención su alrededor, llevándose una mano a la cabeza, aun sintiéndose algo desorientado por el golpe. Fue imposible no tambalearse un poco.

La habitación parecía estar dividida. Una mitad era colorida, con luces cálidas, animales de peluche y una cama con algunas prendas de ropa encima. La otra mitad del cuarto no poseía esa ambientación cálida y alegre, sino que era lo contrario, sin color además del negro, sin luces encendidas y sin animales de peluche, simplemente una cama vacía, un escritorio de madera oscura con una maquina de escribir y un violenchelo negro.

Detrás de él un ventanal con forma parecida a una telaraña, nuevamente con una mitad con color y la otra sin. Dando unos pasos, se acercó a aquel ventanal, viendo con más atención el exterior, incluso sin salir al balcón, podía notar que estaban en un lugar bastante elevado.

¿Un castillo? Estaba seguro de que no era un hotel de la ciudad por la apariencia antigua de la habitación. No estaba en el pasado, la laptop que descansaba en el escritorio del lado colorido de la habitación se lo decía, pero seguía sin saber la época exacta y mucho menos donde estaba.

Sólo cuando su mano tocó la ventana fue que se dio cuenta de algo muy importante, su brazo, el que había sido cortado, de algún modo ahora estaba conectado a su cuerpo y sin lesión alguna.

—¿Cómo...?

El sonido de algo cayendo al suelo lo hizo voltear con rapidez, abriendo los ojos con desconcierto al ver una mano amputada, mano que se movía en su dirección a toda velocidad con la ayuda de sus dedos. Al momento en que esa cosa saltó con intenciones de estrangularlo, él se teletransportó a un lado, dejando que su atacante se chocara contra la ventana.

A pesar del mareo que le produjo el transportarse, volvió a hacerlo, apareciendo cerca de ese monstruo, tomándolo con ambas manos contra la ventana. A pesar de ser solo una mano, era fuerte, por lo cual tuvo que cambiar de enfoque para que no se le escapara, dándose la vuelta rápidamente y llevando a esa cosa contra el suelo.

Había visto un pez que hablaba con cuerpo de hombre, pero nunca una mano sin cuerpo moviéndose por voluntad propia.

A falta de armas, pensó en empezar a golpear a esa cosa contra el suelo una y otra vez hasta que dejara de moverse, pero, antes de poder llevar su idea a cabo, la puerta a varios metros frente a él se abrió.

Cambio de planes (¿One-Shot?)Where stories live. Discover now