𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑

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Cillian se volvió el centro de atención durante una semana completa. Lauren no paró de disculparse por dos días y solo se detuvo cuando Cillian la dejó invitarle el almuerzo al mediodía y le explicó con excesiva calma que no había ningún resentimiento o mala voluntad hacia ella.

Muchos estudiantes le hicieron repetir la historia una y otra vez, a diferencia de Edward—la gente le evitaba como de costumbre. Nadie pareció preocuparse por Edward. Nadie lo seguía ni le pedía su versión de los hechos. Lo único que la gente comentaba era que no lo habían visto ahí hasta que retiraron el vehículo.

Lo cual era muy frustrante.

Lo más frustrante era que la razón por la que nadie había notado lo lejos que había estado antes de que le salvara la vida de un modo tan repentino como imposible no era únicamente porque el idiota se hubiera movido más rápido que un rayo—sino porque Cillian mantenía una atención inusual en el chico. Como aún seguía haciendo de vez en cuando, solo por si mostraba indicios de que Isabella estaría desapareciendo para siempre a la brevedad. Era algo ilógica la forma en que se preocupaba tanto por una chica que apenas conocía, lo atribuía a que era porque ella era muy tímida y pequeña, pero la verdad es que había sido su primera amistad en la nueva escuela y Cillian no quería perderla.

Los Cullen se sentaban en la misma mesa, sin comer y solo hablando entre sí. Ninguno de ellos —y él menos— le miró ni una sola vez. En clase, se ignoraban mutualmente poniendo la mayor distancia posible entre ellos, solo hablando cuando era intermitentemente necesario—lo cual no era mucho.

Aunque Cillian sí que lo intentó al siguiente día del accidente. En contra de lo que Liam le había pedido.

Él ya estaba sentado en su silla cuando Cillian entró en el aula. Lanzó la mochila al suelo y se sentó mirando al frente, fingiendo que el otro no estaba a su lado solo para ver como reaccionaba. Por el rabillo del ojo, notó que sus manos se cerraron en puños de forma repentina, con la piel tensa sobre los nudillos más blancos.

Le molestaba ser ignorado...

Cillian se giró para mirarlo con diversión pobremente escondida.

—Buenos días, Edward.

Edward ladeó la cabeza medio centímetro hacia Cillian, pero mantuvo los ojos clavados en el pizarrón. Medio asintió levemente y volvió el rostro en dirección opuesta.

— ¿Vas a ignorarme?

Se quedó inmóvil.

— ¿De verdad vas a hacerlo? ¿Por tan poca cosa?

Era como si no le hubiera escuchado, y escapándosele el control de su genio por un momento, Cillian esbozó una sonrisa que dejaría en pena al dios de las travesuras.

— ¿Si finjo que no pasó nada volverás a hablarme?

Rodó los ojos.

—Ah, una reacción, ¿entonces voy por el camino correcto? ¿Quieres que finja que no vi nada? —Apretó aún más los puños, y Cillian le conversó como si hablaran del clima—. Porque para eso primero deberías comportarte no tan sospechosamente, ya sabes, actuando así de misterioso solo haces que me siga preguntando cosas en lugar de dejar el tema correr-...

— ¿Podrías, por favor, dejar de hablar?

—Ah, ¿pero cómo podría? Si he logrado que vuelvas a hablarme —Edward lucía como que si le daban una pala, se enterraría en el suelo él solito—. ¿Cómo estuvo tu mañana?

ℝ𝔼ℚ𝕌𝕀𝔼𝕄 𝕆𝔽 𝕃𝕆𝕍𝔼 ━ Edward CullenWhere stories live. Discover now