𝟐.

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Se removió inquieto, sentía que había estado durmiendo durante días, entrecerró sus ojos y parpadeó repetidas veces para acostumbrase al la iluminación

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Se removió inquieto, sentía que había estado durmiendo durante días, entrecerró sus ojos y parpadeó repetidas veces para acostumbrase al la iluminación. Se estiró, aún acostado en lo que parecía una hamaca de tela, apartado en una pequeña habitación cuya única entrada era una cortina con hilos colgando de esta, a pesar de estar despierto no quería moverse mucho de la cómoda posición.

Miro al rededor, no parecía la base de su equipo, recuerda haber tomado una siesta al aire libre, probablemente Bad o Mariana lo habían llevado adentro. Soltó un chillido al estirar sus extremidades y sentándose sobre lo que parecía una hamaca.

Tina, no vas a creer lo que soñé anoche. Fue muy extraño, era sobre el equipo rojo pidiéndome permiso para secuestrarme. — el mexicano acomodó un poco su cabello, pasando sus dedos sobre este para deshacer los nudos.

¿Con quién hablas? — una voz ronca y familiar entró al cuarto improvisado.

El azabache dio un brinco en su lugar, esa voz no era cualquiera, era la de Philza, su compañero y líder del equipo rojo. Pero no tenía sentido, se supone que eran de equipos contrarios.

Missa miro por unos segundos de arriba a abajo al rubio, el cual soltó una risilla al ver lo confundido que estaba su marido.

Okay, esto sigue siendo un sueño, en cualquier momento un creeper llegara, me ofrecerá una hamburguesa, explotará en frente de mí y yo despertaré, solo tengo que esperar. — el mexicano volvió a cerrar sus ojitos y cruzó los dedos, esperando dicho acontecimiento que lo regresará al mundo real. Pero no llegó, en cambio, unos fuertes brazos lo abrazaron por detrás y escuchó de nuevo la risa del británico.

Esto no es un sueño, bobo. — le aseguró, recargó su cabeza en su hombro, haciendo más firme el abrazo con suavidad — Estas aquí, en mi base, mi equipo te trajo.

Missa proceso por unos segundos, no se sorprendió mucho, se dio media vuelta y correspondió el inesperado abrazo, puro escuchar un ronroneo venir del rubio, el mexicano sonrió enternecido. Por fin se sentía en paz.

Philza tiro a ambos a la hamaca, para acurrucarse en esta, como solían hacerlo las noches que el oji-ámbar se quedaba a un par de semanas en la isla. Solo ellos, viendo algunas películas, hablando de todo y de nada a la vez, pero no importaba, por que en esos instantes lo único que anhelaban era la compañía del otro.

Cubrió con una de sus alas a ambos, junto sus frentes y cerró los ojos. Las nuevas tareas serán asignadas en más de cuarenta minutos, Philza creía que era justo tener un rato a solas con Missa antes de volver a arriesgar su vida y la de sus compañeros, no por nada había propuesto la idea del secuestro.

El blondo se quedó dormido a los pocos segundos de haberse acurrucado con su esposo, ya no había rastro de sueño en Missa, para matar el tiempo simplemente miró a Philza.

 𝕾𝐰𝐞𝐞𝐭 𝕽𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞 Where stories live. Discover now