Libertad

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Habían pasado meses desde que decidí enfrentar mi destino en el instituto de Koudou Ikusei, y finalmente, el día esperado había llegado. Las semanas previas estuvieron llenas de ansiedad y preparativos, con entrevistas y exámenes que, de alguna manera, definirían mi futuro en esa nueva etapa de mi vida.

Pero hoy, todo eso era pasado. Ahora, de pie en la parada del autobús, podía sentir la emoción y el miedo entremezclados en mi pecho mientras esperaba abordar. Las manos me temblaban ligeramente mientras el autobús se acercaba, como si mi cuerpo estuviera sintonizado con mi inquietud interior.

Finalmente, el autobús apareció a lo lejos, su motor zumbando con fuerza mientras se acercaba hacia mí. Con un suspiro nervioso, me levanté y caminé hacia la puerta delantera, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Subí las escaleras del autobús y busqué un asiento vacío. Mis ojos recorrieron el interior del vehículo, buscando un lugar donde pudiera sentarme y relajarme antes de llegar a mi destino.

Mis ojos se posaron en una señora amable que, al parecer, estaba a punto de bajarse en la siguiente parada. Con gratitud, esperé pacientemente a que se levantara. Finalmente, llegó el momento y ella se puso de pie, dejando el asiento libre para que yo ocupara. Agradeciéndole con una sonrisa nerviosa, me dejé caer en el asiento, sintiendo un suspiro de alivio escapar de mis labios.

- Pensé que no iba a conseguir un asiento.

Mientras el autobús seguía avanzando por las transitadas calles, mis ojos se quedaron fijos en el paisaje en constante cambio fuera de la ventana. Observé cómo la gente entraba y salía, cada una con su propia historia y destino.

Algunos parecían estar apurados, probablemente corriendo hacia alguna cita importante, mientras que otros parecían estar sumidos en sus pensamientos, perdidos en el mundo que los rodeaba. Era fascinante para mí, observar a las personas en su rutina diaria, cada una con su propia vida, sus propios problemas y alegrías.

El interior del autobús permanecía sumido en un silencio apacible que me resultaba reconfortante. Siempre había apreciado la tranquilidad del silencio, un oasis de calma en medio del bullicio del mundo exterior. A veces, sin embargo, me gustaba romper esa quietud con música, por eso llevaba mi confiable reproductor de MP3 en el bolsillo, preparado para llenar mis oídos con melodías en caso de que necesitara un escape de la realidad que me rodeaba.

Mi mirada se desvió hacia un chico rubio que estaba sentado en el asiento para mayores. Observé cómo se acomodaba despreocupadamente, sin mostrar ningún interés por su entorno.

También por otro lado, había una señora de edad avanzada de pie cerca de él, claramente necesitada de un asiento, pero el chico no mostraba ningún indicio de querer cederle su lugar.

Me pregunté brevemente por qué la gente podía ser tan indiferente a las necesidades de los demás, aunque pronto me di cuenta de que yo tampoco estaba dispuesto a dar mi asiento en ese momento.

De repente, como si sintiera mi mirada, el chico rubio me observó de reojo y esbozó una sonrisa mientras se miraba en un pequeño espejo que sacó de su bolsillo.

Era un gesto extraño y me hizo preguntarme qué pensaba este chico.

Llevaba el uniforme de la escuela, lo que indicaba que era un estudiante nuevo, al igual que yo.

Decidí apartar mis pensamientos y concentrarme en la sensación de paz que sentía en ese momento. Inspiré profundamente, disfrutando del aire tranquilo del autobús y murmuré para mí mismo:

- Esto sí es paz, esto es la LIBERTAD que tanto ansiaba.

Estaba a punto de cerrar los ojos para descansar cuando una voz rompió el silencio que había disfrutado hasta ese momento.

OC x Classroom of the eliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora