Capítulo 2

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Para gran frustración de Draco, lo mismo se repetía cada vez que se encontraba en el Hogshead Inn. No iba todos los días y trataba de variar su horario lo suficiente como para parecer impredecible y, sin embargo, cada vez que llegaba invariablemente se encontraba compartiendo mesa con Luna Lovegood. A ella no parecía importarle que él rara vez (o nunca) contribuyera a la conversación. Ella siempre reaccionaba como si él fuera la persona que esperaba ver ese día y que comer juntos fuera lo más natural del mundo.

Siguió tratando de descubrir cuál era su punto de vista, pero simplemente no podía idear ningún escenario en el que comer en público con él fuera ventajoso para ella. Toda la situación lo desconcertó. Al final decidió evitar la posada por completo, pensando que eso resolvería el problema.

En eso también se equivocó.

No mucho después de tomar esa decisión, se sorprendió al encontrar a Luna sentada con las piernas cruzadas junto a la puerta de su apartamento, comiendo de un gran recipiente de comida para llevar.

"¿Qué estás haciendo?" Draco espetó.

Luna levantó la vista y respondió con comida todavía en la boca. "Comiendo curry".

"¿Qué?"

Tragó y se secó la boca con la manga. "Curry. Es un plato picante originario de la India".

Draco negó con la cabeza. "Qu... No. Sé lo que es el curry. Quise decir, ¿por qué lo comes en el suelo afuera de mi departamento?"

Ella dio otro mordisco. "Te estaba buscando. Parecía el mejor lugar para hacerlo".

Él la miró fijamente. "¿Por qué me buscabas?"

"Te perdiste nuestras últimas citas para almorzar. Me preocupaba que pudieras tener hambre".

Draco se cruzó de brazos. "No tenemos citas para almorzar. Tú simplemente... siéntate cerca de mí a veces mientras como".

"Llámalo como quieras. Aún así pensé que podrías tener hambre".

"¿Por qué te importaría si tengo hambre o no?"

Ella respondió como si la respuesta fuera obvia. "Porque eso es lo que hacen los amigos".

"No somos amigos," se burló Draco.

"Claro que sí. Sólo que aún no te has dado cuenta".

Sacudió la cabeza. "No te necesito. Tengo mis propios amigos".

Su expresión se iluminó. "¡Oh, bien! Avísame cuando lleguen para poder presentarme".

Puso los ojos en blanco y comenzó a responder, pero se lo pensó mejor. Antes de que pudiera darse la oportunidad de dejarse atrapar por una de sus conversaciones insensibles, entró en su apartamento y cerró la puerta de un portazo detrás de él. Desde el otro lado escuchó una voz alegre que gritaba: "¡Olvidaste tu curry!"
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El mismo escenario se repitió al día siguiente. Luna estaba sentada afuera de su puerta con otra ración de curry, insistiendo en que eran amigos.

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