Yo Y Mis Citas A Ciegas

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¿Por qué no abandono ya esto de las citas a ciegas? Quizás las relaciones no estén hechas para mí, y ahora que todavía me queda dignidad, tras el momento de euforia inicial cuando les dije a mis hermanos que sí, que me buscaran pareja, debería ret...

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¿Por qué no abandono ya esto de las citas a ciegas? Quizás las relaciones no estén hechas para mí, y ahora que todavía me queda dignidad, tras el momento de euforia inicial cuando les dije a mis hermanos que sí, que me buscaran pareja, debería retirarme a tiempo. Solo así me evitaré otra derrota, que seguro será lo que me pase esta tarde, como en las catorce veces anteriores.

     Mis hermanos todavía no aciertan con ningún hombre que me guste y todo por culpa de mis demandas sobre ellos desde que me divorcié. Parece que el inútil de mi ex consiguió dejarme incapacitada para comenzar una nueva relación, porque es conocer a cualquier hombre y mi subconsciente actúa por sí solo activando mi rechazo. 

     Así es cómo me quejo de cualquier cosita insignificante, como que sean demasiado altos o más bajos que yo. Miro bien que no tengan narices pequeñas o grandes, manos encallecidas o de manicura, dientes megablancos y alineados o amarillos y torcidos, ¡he llegado incluso a quejarme por el hecho de que tuviesen melena o les faltase pelo! Y no solo me quedo en lo meramente físico, meterme en temas profundos de estudios económicos, política actual y fútbol con ellos me ayuda a ver ese punto negativo del que quiero huir en cuanto a toxicidad, y ya no digamos si nombro a los animales. No soporto que no me dejen hablar porque sean ellos los que no se callen o que hablen poco y no pueda escucharles el timbre de su voz,  que siempre rían o que me cueste hacerles sonreír, que coman haciendo ruiditos o que beban con tanto sonido.

     Hoy podrá ser otra de las muchas citas a ciegas que he tenido, pero yo, Alex Muñoz, jamás bajaré el listón en cuanto a características, actitud y personalidad de un tío, así no pueda encontrar el amor y a cambio me tenga que dejar el sueldo en la industria juguetera sexual de este país. Porque si mi ex alcanzó una vez mis expectativas, ¡es porque no estaban lo  suficientemente altas!

     —Llegarás tarde, cariño, no te mires más en el espejo.

     Mi madre entra a mi dormitorio, bueno el que una vez fue mío en esta casa, ahora es de Lexi, mi hijo de cinco años, cuando necesito que se quede con su abuela. Siendo así, y pasando más tiempo aquí que en nuestra propia casa, puedo decir que no abandono del todo el nido familiar. Y no exagero cuando comparo la casa con un nido, solo que debería de empezar a hacerlo con una granja puesto que alberga a todo tipo de animales, los que mi madre llama cariñosamente hijos. Los varones, claro. 

    Mis seis hermanos, que al igual que yo no sabrás jamás si viven aquí o no.

     —No termino de verme con la ropa para esta cita, mamá. 

     —Será porque vas disfrazada, cariño —comenta sonriendo.

     —René dice que siempre lo ha visto en compañía de mujeres muy elegantes por ser uno de los comerciales mejor valorados de las bodegas del Bajo Guadalquivir.

     —Tu hermano no sabría distinguir a un inquilino de la Zarzuela* de tenerlo delante en sus narices. Que no te afecte su opinión.

     Pero para ser él quien ha organizado en esta ocasión la cita, debería oirle, ya que me he acostumbrado a la “ayuda desinteresada” de todos ellos por encontrarme pareja. De otro modo, con el trabajo diario, el niño, mis urgencias en la clínica, y el voluntariado de los fines de semana, y por supuesto venir a ver a mis padres, pues la verdad, no encuentro el tiempo ni para depilarme siquiera y salir de mi cueva.

CAFÉ A CIEGAS, con doble de azúcar. Where stories live. Discover now