Quinto encuentro

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31 de Mayo de 1942:

Jack Conway:

Ahora mismo era más fácil terminar la guerra que intentar parar la cantidad tan abrumante de pensamientos intrusivos que estaba teniendo cada cinco minutos.
No lograba concentrarme en los entrenamientos, cometía errores de principiantes, comenzaba a enojarme cada vez más y los únicos que estaban pagando por mi desconcierto eran los cabos a mi cargo que soportaban mis gritos sin razón.

Mi mente estaba ocupada por una única persona y un único acontecimiento desde anoche, no podía dejar de pensar en Gustabo, enfrente mía dándome el mejor beso que había recibido en mi jodida vida. Pero claro, mi estúpido orgullo me impedía aceptar que lo de anoche fue real así que llevaba intentando convencerme que todo fue un sueño desde que desperté esta mañana.

Cada que intentaba olvidarme de todo y fingir que nada pasó siempre había algo que me recordaba a ese idiota, cada que volteaba hacia el cielo el azul me recordaba sus ojos, cuando intentaba fijar mi vista en los cadetes para guiarlos y decirles lo que hacían mal la cabellera rubia de uno de ellos me traía al gilipollas del enfermero a mi mente, era inútil tratar de olvidarlo si siempre había algo, hasta lo más mínimo, que me lo recordara.

No podía simplemente fingir que no me importaba y que no deseaba poder hablar con el como es debido cuando en realidad deseaba saberlo todo, ¿Cómo lo pasó en el simulacro de bombardeo? ¿Porque llegó tan tarde a su casa? ¿Porque no corrió hacia mi cuando las alarmas comenzaron a sonar? Sabía que yo lo podía proteger mejor que nadie, pero sobre todo ¿Por qué coño decidió besarme mientras yo estaba dormido y no estando lo sufientemente consciente para recordarlo todo perfectamente?

—Conway, te necesito en mi oficina ahora— La voz del comandante logró sacarme de aquel trance en el que me encontraba por décima vez en el día, tarde en reaccionar pero finalmente les di a los cabos un merecido dezcanzo y me dirigí a las pequeñas oficinas de la base, nisiquiera podía imaginarme que era lo que necesitaba aquel hombre, simplemente no podía tener a otra persona en la mente que no fuera Gustabo.

Pedí permiso para entrar a la oficina seguido de un saludo militar, el comandante me señaló la silla frente a su escritorio en respuesta y tome asiento esperando a que finalmente hablara.

—El servicio de inteligencia te está solicitando. No me han dado muchos detalles, ya sabes como son— Joder si sabía cómo eran esos hijos de perra, solo con escuchar que eran ellos quienes me llamaban el enfermero salió de mi mente por un momento —Solo me informaron que te reuniras con Trucazo en su base de siempre, debes verlo mañana por la tarde—

—Gracias comandante. Si es todo, me retiro— Me puse en pie y volví a repetir el saludo militar, salí de la oficina y volví al campo de entrenamiento ahora con una nueva preocupación en mente, almenos ahora podía variar entre una y otra.

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1 de Junio de 1942:

Tuve que tomar un vuelo para poder llegar al otro lado de Hawaii y así encontrarme con Freddy, era un completo fastidio cada que los de inteligencia me hacían ir de isla en isla, y lo era aún más cuando el puto de Freddy Trucazo no aprecia a la hora que se supone debía hacerlo.

Llevaba más de cuarenta minutos esperándolo sentado en una cafetería en el centro de Hilo y el imbecil no aprecia por ningún lado, comenzaba a molestarme que la gente me volteara a ver raro, se supone que eramos parte del departamento de inteligencia y lo último que debíamos hacer era llamar la puta atención.

Cuando estaba dispuesto a irme vi entrar a Freddy por la puerta tan campante y sin preocupación alguna en el rostro.

—¿Qué pasa neno? ¿Cómo lo llevas, todo bien?— Podía notar su tono despreocupado y sinico golpearme en la cara.

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⏰ Última actualización: Jan 26 ⏰

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