┊» ★◌ Un invierno más .˚ ᵎ┊͙⁺ - Raro x habla tu espejo)

el callejón y el teléfono.

Era invierno, apenas empezaba y las temperaturas gélidas ya se sentían.
Nos dirigimos en la narración a un adulto, un adulto cualquiera del montón.

El despertador suena a las siete de la mañana y nuestro protagonista despierta algo de mal humor.

Anhelando que ese día fuera un viernes va al baño para proceder a lavarse la cara mirando su rostro en el espejo pensando en que iba a comer.
Apaga la luz del baño y camina hacia su refrigerador agarrando el taper de arroz con pollo que guardó el día anterior, anticipándose sabiendo que este no podría prepararse su propio desayuno en las mañanas.

Lo vierte en un plato y calienta en un microondas para después comer apurado, aunque realmente no lo estara.
Deja el plato en el lavaplatos para después bañarse, vestirse y ponerse sus lentes para dirigirse a su vehículo, un auto gris.

Se miró al espejo del carro nuevamente, mirando sus ojeras, las cuales se notaban aún más debido a sus lentes con aumento, decidió olvidarse de esto y arrancar el auto.

Va a toda velocidad como todos los días aunque no llegara tarde ni estaba apurado.

Llega al edificio en dónde trabaja y busca estacionamiento cerca, pero para su sorpresa todo está ocupado... Al parecer llegó más tarde de lo normal.
Solo quedaba buscar en un callejón que no quedaba muy lejos del lugar en el que trabajaba.

Estaciona su auto y recoge su mochila para ir al trabajo que quedaba a unas cuantas cuadras del lugar; Al frente de su vehículo había un teléfono público, en el cual había una chica, una mujer que estaba hablando a través de este. Vestía con un chaleco negro elegante y formal que le llegaba hasta las rodillas, era entendible porque era jueves, un día de trabajo, temprano y además con el clima frío;

Tambien contaba con ojos castaños al igual que su pelo, solo que este era castaño claro, corto y le llegaba hasta los hombros, en los cuales se conectaban dos brazos y manos bastante delgadas que cargaban con una libreta.

—Oh... Mierda— pensaba asombrado con aquella mujer, pero apenas la voz de su cabeza exclamó decidió ignorarla y seguir su camino, estaba por llegar tarde al trabajo y no quería eso, el según todos solía ser una persona muy trabajadora y puntual.

—¡Oh! Casi se me olvida, la alarma.— Después de esas palabras este activó lo que se le estaba por olvidar, lo más importante.

La chica voltea a mirarlo algo sorprendida, pensaba que le estaba hablando a ella.
Sus miradas se cruzaron por unos segundos. Después de ese momento que pareció eterno, el hombre al fin decide desviar la mirada, algo avergonzado ya que no quería hacerlo, le gustaba esa rara sensación.

Va caminando por la vereda algo apurado, pero no para de pensar en esa chica, intenta bloquear su cerebro pero es inútil, esa mujer no se le sale de su cabeza y además esta se iba dirigiendo a la misma dirección que él. Intenta evitarla, de verdad lo intenta pero simplemente no puede, quedó impactado y encantado con aquella mujer.

Este para en un semáforo, estaba en rojo y la gente lógicamente tenía que parar de caminar. Nuestro protagonista siente un olor, un olor a perfume y olía a vainilla. Era bastante agradable para aquel hombre oler algo decente después de caminar por encima de los alcantarillados… cosa de todos los días, supongo.

Estaba tan perdido en sus pensamientos.

—¡Voy a llegar tarde!—

—¿¡Qué era ese olor?! Al menos ahora está más aceptable....—

—¿Quién era esa joven?—

—¿No hubiera existido un estacionamiento un poco más cerca del trabajo?—

Tantas preguntas, tantos pensamientos que agobiaban su mente, eran tantos que este no se dió cuenta de que estaba cruzando miradas con la mujer que se había topado hace un rato… otra vez, sorprendentemente no para muchos esta era la dama con olor a perfume.

No sabía que decir, realmente quedó paniqueado con la situación aunque este normalmente no sea así con desconocidos.

Nervioso este apartó la mirada y siguió caminando a su rumbo, sin darse cuenta de que se le cayeron las llaves de su auto.

Por el otro lado, la mujer se sorprende al ver las llaves sonar al caer contra el duro piso de cemento, esta lejos de pasar de largo las recogió  y caminó algo rápido para después tocarle el hombro como señal de que debía voltearse.

—Ehh... Disculpe— le habla después de sacar la mano de su hombro, en una voz algo baja pero no lo suficiente para que el no pudiera escucharla.

Este se sorprende.

—¿Ah?— Responde algo confundido y nervioso, pero al darse cuenta de que aquella persona que le hablaba era esa dama que no podía sacar de su cabeza se tranquilizó y sonrió inconscientemente.

—Esto... ¿Es suyo?— Vuelve a extender la mano, con las llaves esta vez.

—¡Oh! Las llaves, ¡como no me dí cuenta!— se reclama a él mismo.

La chica suelta unas pequeñas risas, apenas lo conocía y ya le pareció alguien bastante cómico y agradable.

—¿Qué? ¿Te ríes de mis desgracias?— Responde en un tono cómico, no quería que tomara en serio esa situación.

—¿Qué?, obvio que no, solo me pareció divertido que hayas reaccionado de esa manera.— Añade entre risas a la conversación.

—Bueno, al menos me sacaste una sonrisa en medio de esta mañana agitada — contesta aceptando las llaves con gratitud e intentando sacar más plática.

La chica suelta otra risa algo baja con una sonrisa en su rostro. —Me alegra haberte hecho sonreir, normalmente nunca me dicen eso…— ¿Y tú eres?— Le pregunta después de las palabras que esta pronunció.

—La verdad es que mi nombre real es muy difícil y extraño... Prefiero que me llames Raro, trabajo en la siguiente esquina ¿Y tú?—

Después de que Raro le dijera su nombre este se da cuenta de que la mujer con la que quedó impresionado no está, había desaparecido entre la multitud.
Este se quedó parado algunos segundos procesando lo que acababa de ocurrir y en lo misteriosa y linda que era aquella dama que acaba de conocer.

Esto es una de las cosas más mediocres que he escrito en mi vida 💔💔