XVIII

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Cuando me desperté Enzo ya no estaba.

En su lugar una nota.

"Jota me ha llamado para unas cosas del guion y vestuario. Nos vemos en la cena. Te quiero"

No pude evitar sonreír.

Entonces me tumbé boca abajo en la cama y no deje de sonreír.

A mi lado, los pasos de Sina.

La miré desde la comodidad de mi cama.

Ella se mantenía en pie con los brazos cruzados.

Después me miró con una ceja alzada y comenzó a sonreír.

- Tenés que contármelo todo. -dijo.

Después sonreí y la dejé un espacio a mi lado.

Y le conté toda la historia desde el principio.

Que había conocido a Enzo.

Y que estaba irrevocablemente enamorada de él.

Que nos habías peleado.

Y que a pesar de eso, Enzo me había pedido una oportunidad.

Ella escuchó atentamente mi diálogo.

Luego me dijo.

- Ojalá que esta vez os vaya bien. -dijo con sinceridad.

Una sinceridad abrumadora teniendo en cuenta que nos habíamos conocido hace poco.

Aún así ella quería lo mejor para mí.

Le pregunté sobre ella.

Sobre si tenía a alguien y no pudo evitar sonreír.

Estuvo hablándome de su casi algo durante casi una hora.

Nos entretuvimos entre risas hasta que llegó la hora de bajar a cenar.

Sina y yo bajamos entre risas y anécdotas.

Después buscamos un sitio juntas en el comedor.

Cuando nos sentamos pude divisar a Matías.

Que me miraba con una cara de enfado total.

Me detuve en su rostro.

Tenía una de las mejillas morada llegando casi a tonos negros. Le subía parte del color hasta la cuenca del ojo, donde terminaba perdiéndose.

En la otra punta de la mesa, vi a Enzo con la marca en la mandíbula.

¿Era posible?

Fruncí el ceño.

¿Se comportaban como niños enserio?

Dejé la servilleta muy enfadada en el plato.

Después me levanté de la silla y salí de ahí rápido.

A medio pasillo me detuve al escuchar a Matías llamarme.

- Oli, para. -dijo.

Me giré para encararlo.

Él tenía las manos en los bolsillos.

- Escucha, no quise decírtelo pero me gustas. Me gustas demasiado y sé que vos no me correspondes pero quiero que sepas que estoy para vos siempre. Te amo Olivia. -dijo juntando nuestros rostros hasta quedar a centímetros del otro.

Quise hablar pero unas palmadas nos irrumpieron.

Enzo había entrado y aplaudía.

- Bien Matías, ya estás tranquilo. -dijo seriamente.

Matías bufó.

Yo miré a Matías que mantenía los ojos cerrados sin mirarle.

Mire con el ceño fruncido a Enzo.

- ¿De qué estás hablando? -pregunté

Enzo se dirigió a mí después de encogerse de hombros.

- Tu amigo dijo que lo elegirías a él antes que a mí. -dijo de lo más tranquilo.

Miré a Matías que estaba muy serio.

- ¿Es enserio Matías? -dije mirándole.

- Claro que lo es. -respondió por el, Enzo.

Mire a Enzo cabreada.

- Quiero hablar a solas con Matías.

Enzo se quedó bastante sorprendido pero luego se dio la vuelta y se marchó.

Me giré a mirar a Matías.

- Siempre es él el que se lleva todo lo que quiero. -dijo

Negué.

- Si nos hubiésemos conocido antes, tene muy claro que te habría elegido a ti. -dije.

Matías me miró fijamente.

En un rápido movimiento, él tenía sus manos en mi cintura y yo alrededor de su cuello.

Nuestros rostros se acercaron hasta tal punto en el que nuestros labios se unieron.

Fue un beso lento, amoroso y profundo.

- Intentémoslo. -dijo.

Sonreí pero después negué.

- Sabes que quiero a Enzo. -dije mirándolo.

Tenía ganas de saber cómo sería mi vida si fuera Matias el que viviera en ella.

Si fuera Matías el dueño de mi corazón.

Hacerle daño no estaba en mis planes pero hacer a mi corazón cambiar de dueño sería más difícil todavía.

Lo quisiera o no, Enzo era el amor de mi vida.

Pero Matías era mi alma gemela.

El entendía cada cosa que yo le decía.

Y le estaba rompiendo el corazón.

Ojalá amar fuera una cosa tan fácil y a la vez tan difícil, pero no, amar era la cosa más difícil que yo había visto jamás.

No había una reciprocidad en el amar que lo hiciera parecer sencillo.

Yo no podía amar a Matías y a la vez a Enzo, sino que tenía que escoger a uno.

Y esa sería la peor decisión, porque debería elegir a mi alma gemela o al amor de mi vida.

¿Con quien debía quedarme?

412 | Enzo Vogrincic Where stories live. Discover now