6. En Segunda Clase

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A la mañana siguiente, a las 7:00, un muy alegre Georges tocaba la puerta del camarote. Carminha fue a abrirle con cierta reticencia. La noche anterior había decidido que cualquier cosa que estuviese comenzando con aquel maravilloso caballero debía llegar a su fin. No sería ella la responsable de arrastrar a un alma inocente al peligroso torbellino que era su vida. Pero la sonrisa de Georges la desarmó.

- ¿Vamos?

- Si... vamos. - Le dijo concediéndose a ella misma sólo unas horas más al lado de tan amena compañía. - Vamos hijo, a desayunar.

Tomada de su brazo se dio cuenta que se dirigían al comedor de segunda clase. Al pararse en la puerta del brazo de aquel hombre, todos los comensales voltearon a verlos con curiosidad.

- ¿Ves? - Le dijo Georges apretando su mano en su brazo, tal como lo había hecho la noche anterior. Aquí o allá, o a donde quiera que vayas, eres tú la que atrae las miradas, por tu belleza. Y tanto ayer como hoy, yo soy el hombre más envidiado del lugar. - Y cerró sus palabras con una sonrisa que tuvo eco en los labios de ella.

Sin cuidarse de las miradas y de las habladurías, los tres se sentaron a su mesa y empezaron a desayunar. George empezó a hablar hacia Carminha, pero viendo a Xandé para asegurarse de que lo escuchara.

- ¿Sabes? Ayer me hizo gracias cuando me dijiste que no pertenecías allá arriba.

- ¿Y ahora te vas a burlar de mi madre? - preguntó Xandé insolente, provocando que Carminha volteara a verlo y se dispusiera a ponerlo en su lugar. Pero Georges le hizo un gesto con la mano pidiéndole permiso de continuar.

- No !Jamás! Ya te dije: jamás le faltaría el respeto a tu madre - Carminha lo vio extrañada al comprender que aquellos dos habían tenido una conversación donde ella no estuvo presente. Ya hablaría con Xandé al respecto. - Lo digo porque en realidad, soy yo el que no pertenece a primera clase. Con suerte a segunda, con seguridad a la cuarta. - Ambos lo veía sorprendidos, con toda su atención. - Soy huérfano, mis padres murieron cuando yo era muy pequeño, dejándome solo en las calles de Marsella. Empecé robando comida, luego robando mercancías en las bodegas del puerto y vendiéndolas en las calles, luego empecé a robar carteras, maletines y billeteras. - Los ojos de Xandé se abrían desorbitados. - Así fue como conocí a William padre: le robé un maletín en el puerto. Él salió tras de mí y me alcanzó. Él era un hombre tan alto y fuerte como William y yo, un mocoso flacucho de 11 años.

- ¿Y qué hizo él cuando lo atrapó? - Preguntó Xandé muy interesado.

- Me invitó a cenar con ellos. Averiguó y corroboró todo sobre mi familia. Es decir, mi falta de familia. La cena se convirtió en desayuno y en otra cena y en otro desayuno. A los pocos días me preguntó si quería irme con ellos a Estados Unidos, por que él quería adoptarme. Yo no comprendía muy bien lo que aquello significaba, pero estaba feliz solo con pensar que tendría comida todos los días. Nada más me importaba. Me llevó a su casa, me trató como a un hijo, me dio la mejor educación posible, me enseño a manejar sus negocios tan bien como lo hacía él.... Me dió la familia que había perdido y a las personas que más he amado en mi vida. Con el tiempo entendí que eso era lo que en verdad necesitaba: el amor de una familia. Me adoptó y lo único que le pedí fue conservar mi apellido, en honor al cariño y esfuerzo que mis verdaderos padres habían hecho por mí. A él le pareció muy bien y gracias a que él confió en mí, soy lo que soy: Georges Villers.

Los ojos de Carminha se encontraban cristalizados por lágrimas. En ese momento, la conversación de anoche adquirió una nueva perspectiva para ella. Empezaba a entender mejor a aquel hombre que la tenía cautivada.

La expresión del rostro de Xandé era de total asombro, hasta que en un momento su expresión cambió a una de sorna e insolencia expresando:

- !Yaaa!...Pero yo no tengo ni tendré un padre adoptivo millonario que salga de la nada....

Un Amor del MAR para el Caballero BlancoWhere stories live. Discover now