Capítulo veintiuno

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—Tener novia es difícil... —lloriqueo el Dr. Gray, llorando a moco tendido mientras unos grilletes sujetaban sus brazos y piernas, fijándolo contra una pared.

—No soy tu novia —aseguró la Dra. Mironi—. No hasta que se te pase lo loco. —Acto seguido, comenzó a aplicarle terapia de electrochoques.

—¡IIIIIIIIIIHH!

Cuando pudo escaparse de su novia loca y torturadora, escapó directo a su laboratorio y comenzó a escuchar su música disco para animarse, aunque sin dejar de hacer pucheros de tristeza porque ni un besito le habían dado en todo el fanfic.

—¡No es justo! ¡Si soy muy guapo! —Se miró al espejo.

Mironi últimamente lo estaba obligando a peinarse todas las mañanas, pero con las sesiones de electrochoques y su escape por el bosque siempre acababa igual de despeinado que siempre.

—¿Será por eso que no me da un besito? —se preguntó con un puchero—. Mmm... Las vacas son lindas... Y los alienígenas se las llevan... Hablando de alienígenas, debería ir a hablar con Whyman que fue convenientemente insertado en la trama a último momento —murmuró para sí mismo, colocándose sus botas voladoras y dirigiéndose a la mansión Ishigami.

Golpeó a la puerta dos veces y le abrió Ishigami Byakuya.

—¡Hola! —lo saludó alegremente.

—¡Oh, el loquito! ¡Hola! —le devolvió el saludo con la misma alegría.

Ah, el Dr. Gray estaba realmente feliz de que hace pocos años, luego de una larga y convenientemente omitida trama de búsqueda de la estatua de Ishigami Byakuya (que fue petrificada por un Whyman del futuro ya que eventualmente la humanidad lograría dominar el viaje en el tiempo y por lo tanto la Medusa había podido enviar el rayo petrificador hasta él), el padre de Senku había sido devuelto a la vida y pudo conocer a sus dos nietas.

Primero supusieron que la estatua de Byakuya estaba en el cementerio de la aldea Ishigami, pero no lograron encontrarlo, por eso Byakuya no pudo regresar sino hasta hace unos años cuando de la nada encontraron una pista de...

—¡Por cierto! —gritó el Dr. Gray, interrumpiendo descaradamente al narrador—. ¿Cómo te has sentido desde que te hice treinta años más joven gracias a mis innovadoras tecnologías de medusa turritopsis dohrnii?

—¡Maravilloso! —aseguró Byakuya, saltando en un pie con los brazos en posición de gruya—. ¡Puedo jugar con mis nietas sin ningún problema! O bueno... —De repente, su sonrisa decayó un poco y empezó a lagrimear con todo y mocos—. Eso creí...

El Dr. Grey siguió a Byakuya dentro de la mansión Ishigami, que lo guio hasta unas ventanas y de allí vieron a través de otras ventanas a Senku en su laboratorio experimentando con químicos raros junto a Tsukiku (de ahora catorce años). A través de otros ventanales, vio a Kohaku y Shizuku (que ahora tenía cinco años) entrenando artes marciales, aunque de la nada, cuando la pequeña se tropezó y su madre la tomó en brazos, ambas comenzaron a bailar entre risas.

—Mi Tsukiku últimamente tiene papitis... —exclamó Byakuya, llorando cascaditas—. Y Shizuku mamitis... ¡pero luego intercambian roles! Y resulta que por la tarde Shizuku tiene papitis y comienza a cocinar con su papá, y a Tsukiku le da mamitis y entrena con su madre o salen de compras... —Sus hombros se hundieron—. Y Lillian está de gira ahora...

—Lillian también fue revivida gracias a Whyman del futuro que envió el rayo petrificador a su tumba desde el futuro cuando se logre una máquina del tiempo —explicó el Dr. Gray.

—¿A quién le hablas? —preguntó Byakuya.

—A los celestitos —dijo el Dr. Gray con alegría.

—¿Eh...?...

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⏰ Last updated: Jan 30 ⏰

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