|Capítulo 18|

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Enzo Vitale

Conduzco mientras tarareo una canción romántica, Grande Amores, algo extraño para mí, ya que no soy fanático de cantar, y mucho menos de tararear una canción de amor. No sé por qué, pero me siento feliz sin explicación. Creo que la inesperada, pero agradable invitación a comer me tiene así. Cara también quería que fuéramos los dos a un restaurante japonés que nos encanta. Por segunda vez rechace, antes de que se molestará le dijo mis motivos, y técnicamente me echo de la empresa.

La amo tanto a mi hermanita.

De repente, el tarareo de la canción de Il Volo, trae consigo los recuerdos de aquellos días de amor.

El pecho se me oprime, lo que provoca me remueva incómodo, de repente el recuerdo de Cristal retumba en mi mente, los estragos de su mal recuerdo habían menguado un poco, desde mi repentino compromiso, ni su nombre recordaba. Tenía que ser el diablo que me empujaba a revivirla en mi cabeza. Cuando estuve a su lado, en mis mejores momentos de enamorado, era así de cantarino, necio con cualquier canción romántica que se relacionara a lo nuestro. El tiempo pasa y no consigo dejar de sentir dolor por todo lo relacionado con ella.

No debí amarla.

No debo extrañarla.

A pesar de mis esfuerzos por olvidarla, su recuerdo persiste, dejándome con una sensación de vacío.

—Cálmate, Enzo, calma... —me exijo con voz suave —. Piensa en tu esposa.

El murmullo de su nombre en mi mente, me tranquiliza, empuja fuera ese sentimiento tormentoso.

¿Qué me sucede contigo, pequeña rubia?

Sigo mi trayecto más tranquilo, más ligero, como si fuese casi a perderme otra vez en la miseria de mi dolor. Llego al fin a mi destino, me trueno los dedos, estoy un tanto nervioso. Todo dos veces, espero impaciente a que me abran. El delicado aroma de Marie, satura mis fosas nasales con disimulo aspiro con deleite. Agradezco que sea ella la que abra.

—Marie... —antes de que logre saludarla por completo, salta a mis brazos. La recibo con una mezcla de confusión con agrado. Acaricio su espalda con lentitud, la siento temblorosa. Aprieto sin aplicar mucha fuerza, quiero que mis brazos sean un refugio seguro, de lo que sea le preocupa o teme. Intentos que mi sencillo gestos dispersen cualquier inquietud que le esté aprese.

Estoy tranquilo por fuera, aunque por dentro estoy tenso y preocupado, ya que cuando me envío el mensaje estaba muy alegre y supuse ser recibido de la misma manera.

—Necesitamos, hablar.

—Vamos adentro.

Cuando rompemos en contacto me lamento, pero debo saber qué le pasa. Nos sentamos en la misma posición que la vez que vine a hablar con ella, de porque se ausentó en el trabajo, esta vez no está desbordada del llanto, pero su rostro denota temor.

—Estoy bajo amenaza por esa gente —suelta directa.

—¿Cómo? —pregunto molesto.

—Zara, esa mujer me tiene amenazada con dañar a mi abuela y Alicia, si no no renunció a la custodia, mi hijo —dice con los ojos empañados.

—¿¡Qué?! ¿Cómo se atreve esa mujer? —mis puños se aprietan, respiro profundo, no me conviene alterarme o no podré pensar con claridad. Tampoco quiero asustar a Marie. ¿En serio alguien pude ser tan miserable? Pregunto molesto ¿Quiénes se creen? ¿A quién demonios tenía en mi empresa?

Tomo sus manos las aprieto con delicadeza, retiro el cabello de su rostro decaído. Elevo mi mano izquierda para trazar círculos con mi pulgar en su mejilla, en un intento de que sea un bálsamo tranquilizante, mi tacto tenue.

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⏰ Last updated: Jan 31 ⏰

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Enzo Vitale |Vitale 1|Where stories live. Discover now