único

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alejo chasquea la lengua mientras intenta hacer malabares para sostenerse a si mismo, sostener el peso de su amigo y encajar la llave en la cerradura al mismo tiempo.

barco eructa en su oreja y eso es la gota que derrama el vaso para hacerlo enojar al dueño de casa.

—te vas ya mismo a la cama, valentín. —le ordena, ayudándolo a pasar al departamento.

el colorado se queja y sigue pidiendo ir a un after. la joda se pinchó antes de lo esperado y véliz entendía que siga manija, pero también veía lo dado vuelta que estaba su compañero y le parecía imposible poder ir a un after y que eso no termine en desastre.

apenas podía mantenerlo en pie, no se imaginaba si iban a otro lado a seguir escabiando y fumando.

—te pinta la del poli, te pones la gorra. —lo molesta, intentando ganarle aunque sea por el cansancio. el morocho está bastante serio y se cruza de brazos, dando a entender que está enojado o a punto de enfadarse de verdad.

—andá a la cama —repite. —posta que me tenes cansado.

el de pecas pucherea y arrastra los pies para encaminarse al pasillo, la cabeza le duele un poco pero el lo considera normal; la música estaba demasiado fuerte y los tragos que tomó le estaban pasando factura.

abre la puerta del cuarto de alejo y sonríe cuando ve la cama de dos plazas perfectamente ordenada y tendida, lista para que él se acueste a desarmarla.

se tira en la cama boca abajo, apenas molestandose en sacar sus zapatillas.

alejo por su parte revuelve los cajones del armario de la cocina en busca de alguna pastilla. no tiene ninguna buscapina ni tampoco un tafirol; maldice internamente, sabe que mañana tendrá que salir a comprar uvasal e ibuprofeno con todo el cuerpo adolorido.

mira con bronca el armario por última vez antes de cerrarlo de un portazo y se dirige a la heladera. por lo menos tenía botellas de agua fria y hielos en el congelador, no todo era tan malo. se prepara un gran vaso de agua con hielo y se encamina a su habitación, dispuesto a dormir como su compañero lo estaba haciendo hace rato.

grata es la sorpresa que se lleva cuando descubre que barco no está dormido, si no moviendo sus pies como si tuviera hormigas por el cuerpo.

—¿qué haces, enfermo? —se burla el anfitrión, apoyando el vaso en su mesita de luz. valentín lo acompaña en la risa pero no responde nada, simplemente observa a su amigo cerrando la persiana para evitar que la luz que pronto va a salir los despierte en un rato.

véliz imita a su amigo, sacándose las zapatillas y tirándose de bomba en la cama pero boca arriba.

valentín se queda en silencio por unos segundos intentando iniciar una conversación pero está muy cansado como para pensar algo coherente. se pone de costado en el colchón y mira a su amigo, descubriendolo totalmente despierto.

—realmente quería ir a ese after. —le dice a su amigo. alejo cierra sus ojos con pesar y frunce el ceño; no se va a molestar en responder. —no te enojes, mariquita.

a pesar de los intentos de provocación el más alto lo ignora y el bostero se cansa. sus ojos hacen un camino desde el cuello del contrario hasta su remera blanca y de allí los brazos masculinos y formados de alejo.

valentín toma una de las grandes manos de su amigo y se la acerca al rostro, observando la pulsera de plata que cuelga de su muñeca. los dedos de alejo son largos y barco deja que sus pensamientos intrusivos le ganen, apoyandolos en su boca.

véliz parece inmutable, barco deja que sus pensamientos le ganen de vuelta.

toma uno de los dedos de su amigo y abre su boca, metiendolo dentro de ella. apoya la yema en su lengua cierra sus labios alrededor del falange, succionando despacio.

alejo abre los ojos horrorizados y gira su cabeza a la izquierda, dispuesto a sacarlo a las piñas si es necesario. valentín está con los ojos cerrados, concentrado en chupar el dedo del de rosario central.

se horroriza, porque su cuerpo parece no querer reaccionar y moverse para alejarse. él no es puto y hasta donde tenía entendido el colorado tampoco lo era, pero esto que estaban haciendo era de puto.

barco sigue con su trabajo mientras siente su estómago quemar por los nervios y la ansiedad que le da esto. ¿por qué cedió ante sus impulsos? y además, ¿por qué su amigo no lo saca cagando?

el de pecas abre sus ojos con miedo y deja de chupar, pero no se saca el dedo de la boca.

—eh... ¿haces siempre esto? —le pregunta un poco escandalizado el dueño de casa.

valentín saca el falange del contrario de su boca y lo deja apoyado en su labio inferior. —no. no sé que estoy haciendo... pero no me disgusta. —le confiesa. ambos se miran a los ojos por segundos que parecen eternos, intentado descubrir que era esa cosa que estaban haciendo y por qué a pesar de que ninguno estaba familiarizado con eso no se alejaban. —estoy muy en pedo. —se justifica, avergonzado.

véliz mira como el otro tiene aprisionada su muñeca por sostenerla con ambas manos y traga saliva antes de hablar. —seguí si querés. —le responde en voz baja.

barco lo mira con sorpresa por unos segundos antes de acatar la orden y volver a su trabajo. alejo también se siente sorprendido por sus acciones pero no puede hacer nada más que observar al contrario y justificarse con que ambos están permitiendo esto porque están uno más en pedo que el otro.

además, no tiene nada de malo, ¿no?

el xeneize succiona el dedo de véliz cuando siente la saliva juntarse en su boca y larga sonidos delatores, está disfrutando esto y no sabe bien por qué.

alejo, por su parte, se dedica a pasar los siguientes veinte minutos observado como barco se va adormilando cada vez más hasta hacerlo por completo mientras lo usa como si fuera una especie de chupete.

el morocho suspira cuando mira a su entrepierna y descubre el motivo por el cual su bermuda de jean se sentía tan incómoda.

after 𔓘 barliz (v. barco x a. veliz) Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt