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—¿Qué estás haciendo?

Salté en mi lugar, cerrando por inercia el cuaderno que tenía en mis manos.

El pelinegro frunció levemente su ceño y se quedó parado a varios metros de mí, mientras sus ojos azules me observaban con sospecha. La forma en que comenzó a acercarse con pasos lentos me hizo soltar una risa nerviosa mientras movía lentamente el cuaderno a la bolsa que traía conmigo.

—Megumi, ¿qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí? Creí que la biblioteca no era para hechiceros fuertes.

—Sí, bueno, quien te dijo eso debe estar arrepintiéndose en este momento —murmuré, cerrando la bolsa.

Él puso los ojos en blanco, estando al tanto de que yo misma le había dicho esas palabras hacía unos meses, y se sentó en la banca que estaba frente a mí.

—No quiero ser entrometido, pero ni siquiera puedes disimular bien que escondes algo —sus ojos cayeron sobre la bolsa que intentaba esconder de su vista—. Entonces, ¿no vas a decirme lo que es?

Abrí mi boca y luego la cerré, apretando mis labios en una fina línea.

Por supuesto que había pensado seriamente si debería hablar de esto con Megumi, pero era algo que yo aún trataba de comprender, por lo que era muy difícil de tratar. Aunque él no lo mencionara, sabía tanto como yo que mi comportamiento había sido extraño desde que desaparecí por un par de horas hace algunos días.

Ese día, había estado practicando tanto que no me quedaban fuerzas y, además, sentía que no había avanzado nada. Había estado pensando, desde hacía un tiempo, que mi hermano no me decía todo lo que sabía sobre mí y la espada que siempre estaba conmigo; así que, ese día, decidí buscar algo por mi cuenta.

La biblioteca había sido el primer lugar que visité, pero me aburrí realmente rápido.

Estar entre libros no era mi estilo, prefería aprender todo con la práctica, pero sabía que eso no me estaba ayudando a avanzar en absoluto. Así que, de nuevo y para mí mala fortuna, tuve que recurrir a Satoru.

Él no se encontraba en su oficina y, sinceramente, no fue en absoluto una sorpresa. Creí que no le importaría que echara un vistazo rápido en el lugar; de todos modos, no era como si dejara dinero tirado por cualquier lugar y, si era así, seguramente no lo extrañaría.

Por supuesto, mi único motivo no era encontrar dinero de Satoru, más bien información relevante para mi problema.

Sabía que mi hermano mayor no era un apasionado por la lectura, así que quizás los libros que tenía en una pequeña estantería serían mucho más interesantes que los que encontré en la biblioteca.

Mis ojos pasearon sin mucho interés mientras mis dedos recorrían sus lomos, los cuales tenían polvo, por lo que no habían sido tocados en mucho tiempo. Solté un suspiro mientras detenía mi mano, pensando en que solo estaba perdiendo mi tiempo, así que me alejé de la estantería.

Mis dedos habían jalado un libro sin querer, el cual cayó al piso con un sonido sordo. Me hinqué para levantarlo y colocarlo de nuevo en su lugar; sin embargo, al acercarlo, el libro que estaba al lado llamó mi atención y no dudé en tomarlo.

No había un título escrito, pero las hojas de adentro parecían demasiado antiguas e incluso el olor era diferente, como si hubiera estado almacenado por mucho tiempo. Lo abrí sin esperar demasiado, pasando rápidamente las páginas hasta que me di cuenta de lo que estaba escrito.

Me detuve entonces en una página que tenía escrito Técnica de Proyección, seguida de varios párrafos que me resultaban sorprendentemente familiares. Después de hojear algunas páginas más, encontré una sección titulada Clan Kamo. Sin embargo, al continuar pasando las páginas, solo encontré las Técnicas Malditas Hereditarias sobre las que tanto había leído.

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⏰ Last updated: May 02 ⏰

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Hacia la cima [ 2 ] | Yuji Itadori |Where stories live. Discover now