Capítulo 10

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Capítulo 10

Sebastian no había podido salir de su asombro, ni siquiera cuando había regresado a la cabina. El mundo era más pequeño de lo que pensaba. Y por primera vez en su vida, sentía odioso pensar en querer pronto regresar a Los Ángeles, sabiendo, que ella ya no se encontraría allí.


— ¿Sucede algo?— le preguntó el capitán de vuelo al ver su cara.

— No... Simplemente pensaba en las horas que aún nos falta de vuelo.

— Es parte del oficio...

— Ciertamente...


Pero no pensaba en ello. Jamás le había importado las horas de vuelo. Amaba esa profesión. Lo había heredado de su padre y de su abuelo. Sin embargo, en ese momento pensaba en algo más. En ella. En lo cerca que estaba de Sabrina y lo lejos que estaba al mismo tiempo.


Ella había ocupado parte de sus pensamientos.


Y comprendía lo irónica que podía ser la vida, por primera vez consigo mismo.


Llegar a Londres había cambiado las perspectivas que aquel viaje había tenido al principio. Había preparado su equipaje como todas as mañanas cuando le tocaba volar. Ahora, sabía que después de saber que todos los pasajeros bajarían de aquel avión, mientras ellos esperaban la salida del último para salir y hacer inmigración como una tripulación. Él sentía una necesidad aún más profunda.


Ir hacía la correa de equipaje y encontrársela, aunque él no tenía la necesidad de acercarse allí. Su equipaje había subido con él, al ser su equipaje de mano.


— ¿Pasa algo, Sebastian?— le preguntó con extrañeza una de las tripulantes.

— No...

— ¿Seguro? Parecieras que buscarás a alguien en medio de la multitud. Además, nos están esperando. Es mejor que nos apuremos sino queremos que nos acusen de ser los culpables de llegar tarde al hotel.

— Pueden irse sin mí... Yo me iré por mi cuenta. Tengo algo que hacer...— expresó sin prestarle atención cuando sus ojos se posaron sobre Sabrina. Y se alejo de su compañera de trabajo, sin esperar una respuesta a su repentina decisión.


Finalmente la veía. Y aquella necesidad de no perderla de vista, había crecido con más fuerza en su interior.


Se detuvo detrás de ella, al verla mirar aquel equipaje que se encontraba en la correa. Se acercó a ella. Era un ahora o un nunca.


— Déjame ayudarte...— dijo al acercarse un poco más y colocar su mano derecha en el asa de la maleta.

— ¿Tú?— expresó asombrada al verle allí. Y no necesito una afirmación más clara que aquella que tenía en sus ojos.

Él había sido parte de aquella tripulación del vuelo que ella había tomado.

— Hola... Sí...

— Gracias... No te hubieses molestado.

— No ha sido ninguna molestia.— sonrió con picardía, conociendo en lo que ella pensaba y no se atrevía a decir— No quise molestarte cuando te vi en nuestro vuelo. Pero realmente me ha sorprendido verte...

— A mí también...— admitió ella, cuando empezó a caminar y él le seguía, sin dejar a un lado aquella muralla de cortesía y distancia.

— Me ha sorprendido saber que eres inglesa... Pensé que eras una chica americana.

— Suelo sorprender a muchos...— sonrió un poco, sin dejar a un lado aquella actitud—. He de imaginar que has descubierto quién soy, ¿o me equivoco?

— La jefa de cabina de nuestro vuelo me lo ha confesado... No lo sabía, para serte sincero. No soy una persona que este al día con lo que pasa en la nobleza. O quienes son o a qué se dedican... Ni quienes son sus familiares más cercanos. O su árbol genealógico...

— Entonces, ¿te sorprendió al saberlo?

— Sí...

— Ya veo...

— ¿Qué ves?

— Que has dejado ir al resto de tus compañeros, pensando que con eso, lograrías lo que no lograste al pensar que era una simple mortal común y corriente...

— ¿De qué hablas?

— No tengo la intención que las cosas cambien. ¿Sebastian? ¿Ese era tu nombre, verdad?

— No te entiendo...

— Temo informarte que los hombres como tú nunca harán que cambié de parecer.— le expresó y se alejo secamente de él. Haciéndole ver su postura y su verdadera opinión sobre él.


Sebastian la miró alejarse. Nunca una mujer le había tratado así. Y no comprendía por qué de pronto, aquella opinión le afectaba. ¿Qué le importaba lo que ella pensará de él? Pero aquella expresión: "Los hombres como tú", le había golpeado sin sentido.


Había planteado todo tan distinto en su cabeza. Pero, sus encantos cada vez con ella se iban a la cañerías. Dejándolo anonadado.


— Gracias Albert...— le expresó Sabrina al chófer que había ido a buscarle—. He de imaginar que mi madre te ha pedido esperarme, sin importar cuánto tiempo fuera.

— Usted conoce muy bien como es su madre.

— Y he de imaginar que te ha pedido que antes de llevarme a mi apartamento en Londres. Haga una parada obligatoria en Winchester.

— Usted lo ha dicho... Ha sido la orden que me ha dado.

— ¿Y mi padre qué ha solicitado?

— Consentir la decisión de su madre, señorita Stewart.


Sabrina respiró hondo, comprendiendo que su llegada a Londres cada vez se hacía más desagradable.

— Entonces cumplamos con su deseo, para que pronto pueda regresar...

Irresistiblemente Tú (2do Libro-Serie "Un Cambio Inesperado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora