Anónimo - Undertale

Entrada n°0

"Recuerdo que antes no era así, yo estaba bien. No recuerdo mucho de mi infancia, pero se que fue feliz, emocionante. Era una niña muy curiosa que necesitaba todas las respuestas a sus preguntas, y fue una de las pocas cosas que quedaron en mi mientras iba creciendo. En la escuela tenía muchos amigos, era muy sociable... Aunque realmente no se si eran verdaderos amigos o solamente gente a la que le caía bien. 

Aún recuerdo esa clase que tuve a los 18 años como si hubiese sido ayer, esa que terminó cambiando todo lo que conocía. El profesor de historia nos contó a mi y a mi clase sobre la guerra entre humanos y monstruos, el Monte Ebott al que fueron desterrados y una descripción sobre la clasificación dada de las almas humanas hace tiempo. Nos había explicado que los propios humanos fueron perdiendo rastro de la magia que tenían con el pasar de los años, y eso llevó a que no pudiéramos saber sobre nuestras propias almas, a menos que tengamos magia a disposición. Un monstruo.
Como mencioné antes, de pequeña siempre fui extremadamente curiosa, y lo seguía siendo... Tal vez demasiado. Tanto que al escuchar esto no dude en escalar el Monte Ebott por mi cuenta; ¿Los monstruos seguirían existiendo? ¿Sería capaz de conocerlos, de verlos? ¿Sería capaz de ver cómo era mi alma?
No recuerdo si fue un accidente o si de verdad fui capaz de hacerlo, pero caí. Caí por algunos segundos que se me hicieron eternos, luego un golpe hizo todo mi mundo negro.
Lo siguiente que recuerdo es ver a un policía preguntándome como me encontraba, probando como se encontraba mi pulso y viendo si mis pupilas reaccionaban ante la luz de una pequeña linterna. Cuando me giré estaba la entrada al Monte Ebott, y delante mío policías analizaban el escenario con cautela, y enfermeros preparaban una camilla para llevarme al hospital.

Debe de haber sido el trauma que me hizo olvidar en dónde estuve, pues cuando caí tenía 18 años, y cuando me encontraron tenía 20. Estuve desaparecida por dos años, y por más que intentaron todo para que contara en dónde estuve todo ese tiempo, yo no lo recordaba.

Lo único que sé es que desde ese entonces no fuí la misma.
Comencé a tener sueños muy extraños, y a caminar dormida cada vez que los soñaba. Me preguntaron si había algún significado en los lugares a donde iba en estado de sonámbulo, pero no tenía y sigo sin tener idea.

Y además... Él... No podía..."

"No hables más."

— ¿Él? ¿Quién es "Él"? — Emma acomodó su libreta para anotar con más comodidad.

Me mantuve en silencio por un largo rato, mirando fijamente mis manos. Temblaban, no de frío o miedo. Era como si me advirtieran de algo.

— Es... como mi conciencia, creo. — Respondí finalmente, con tono de seriedad en mi voz.

— ¿Es como una voz? ¿Tiene nombre?

"No hables más."

— ... No.

No voy a hablar más, no tenía más que decir de cualquier forma. Además...

— Mmh... Comprendo — emma miró su reloj de muñeca y se levantó de su sofá, cerrando su libreta y acomodando los pliegues de su camisa blanca. —. Bueno, terminó nuestra sesión por hoy. Avanzamos mucho, estoy orgullosa de tu progreso.

Me levanté también del sofá en el que estaba sentada, el cual se encontraba exactamente en frente del de Emma. Fuimos ambas a su pequeña oficina para pagarle el mes de sesiones y recibir la nueva medicación que debería de tomar, y luego despedirme le escuché hablar antes de salir del lugar.

— ¡Casi lo olvidaba! Charlotte, feliz cumpleaños.

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Nunca creí ver mi habitación tan sola. La cama no tenía sábanas, en mi armario no habían más que perchas vacías y las paredes que tantos años adorné con stickers y pósters ahora eran simplemente... paredes. El único rastro que quedaba de mis decoraciones estaba en el contorno de suciedad que teñía a la pared blanca de color beige.
Debía admitirlo, ver mi habitación así me dió nostalgia y angustia. Pero no iba a arrepentirme.
Agarré una de las cajas que estaban en medio de la habitación y comencé a guardar en ella algunas cosas que estaban en una estantería hasta vaciarla. Esa era la última... mi habitación oficialmente dejó de ser mi habitación.