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CUANDO SE ENTERÓ QUE IBA A TRABAJAR en el medio de la montaña por aproximadamente cuatro meses, Valentina sabía que iba a pasar frío, pero no sabía que iba a ser tanto

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CUANDO SE ENTERÓ QUE IBA A TRABAJAR en el medio de la montaña por aproximadamente cuatro meses, Valentina sabía que iba a pasar frío, pero no sabía que iba a ser tanto. Durante los días libres que tuvieron antes de reanudar el rodaje, arrastró a Bayona con ella para comprar ropa de invierno. Si ya sentía que se congelaba en el medio de la ciudad, no quería imaginar cómo iba a ser en la montaña.

A diferencia del rodaje en Uruguay, en España tuvieron que empezar a madrugar. Cosa que les estaba costando a todos, al menos Valentina no era la única.

―¿Nos dejarán hacer muñecos de nieve?

―¿Qué decís, boludo?

Valentina tomaba su café, mirando a la nada. Haberse quedado hasta las cuatro de la mañana despierta y haber dormido menos de dos horitas había sido una decisión muy estúpida, y recién ahora se daba cuenta.

Escuchaba a los chicos al lado de ella hablar, pero era como un murmullo lejano. Todavía no había bajado a la tierra.

―¿Qué mirás, flaquita?

Si no lo reconocía por la voz, lo reconocía por el apodo. Ya se había dado por vencida ante el nombre y simplemente optaba por rodar los ojos cada vez que la llamaba así, a veces lo puteaba pero no pasaba muy seguido.

Valentina frunció el ceño, pestañeó un par de veces y se dio cuenta que se había quedado mirando fijo a Matías.

―La cara de bobo que tenés.

―¿La de renovar el chiste no te la sabés?

―Y no, Mati. Tenés cara de boludo, ¿qué querés que haga?

―No vayas a ser muy graciosa.

Ambos se dedicaron sus miradas de odio de todos los días y siguieron con lo suyo. Bueno, mucho no pudieron seguir porque los obligaron a todos a prepararse para salir.

El paso de subirse a la camioneta e ir a la montaña parecía difícil de creer. Igual Valentina prefería no quejarse mucho, no era ella la que estaba siendo sometida a una dieta. Mientras ella podía comer cualquier cosa en el hotel, los chicos se cagaban de hambre y por orden de Bayona no podía darles ni una galletita.

Hablando de él, Valentina acababa de sentarse a su lado. Por más que quisiera sentarse con los chicos y pasarse todo el viaje de ida boludeando, tenía que enfocarse en su laburo. Así que en eso estaban, charlas técnicas con el equipo, ultimando detalles.

—Con eso ya estaríamos, ¿eh?

Valentina suspiró mirando por la ventana, esta vez sí pudo tomar su asiento de preferencia. Ya estaban llegando al lugar del set y podía decirse que estaba ansiosa, no veía la hora de llegar y apreciar la nieve. Le parecía una maravilla el plano que iba a tomar la película de la montaña.

—¿Lista para morirte de frío?

Ella hizo una mueca, —No sé si es el set adecuado para que digas eso.

MIDDLE OF THE NIGHT; matias recaltWhere stories live. Discover now