PARTE 2/3

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¿QUÉ HACER?

Louis se quedó petrificado por más tiempo del que debería. Su pulso se descontroló, al igual que su respiración. No era un secreto para nadie que Harry era precioso y tal vez su debilidad, pero nunca creyó que aquellos besos y roces significaran algo de verdad. Desde siempre había dicho que le gustaban las mujeres, nunca imaginó sentir atracción por un hombre. Pero aquí estaba otro factor, no era solo un hombre, era Harry, el dueño hasta ahora de todas sus primeras veces, excluyendo el sexo.

Dirigió su mirada hacia su regazo y la erección se le hizo dolorosamente intensa. Apretó con fuerza el celular y respiró profundamente varias veces, intentando sin éxito controlar los nervios y todas las demás emociones que estaba sintiendo en ese momento.

El bulto debajo la gruesa tela de la toalla creció más solo al imaginar nuevamente la imagen. No tuvo el valor de verla otra vez, no cuando sus manos tomaron vida propia y se deslizaron por encima de la toalla quitando el flojo nudo que tenía. Cerrando sus ojos, acarició toda su extensión, mordió su labio y un solo nombre rodó por su mente: Harry.

Aceleró con más afán el movimiento de sus manos, presionando aún más fuerte su labio. Entre bufidos y respiraciones aún más pesadas, sintió salir el semen. Se había corrido más rápido de lo normal, lo que en cierta manera lo desconcertó. Nunca antes había durado tan poco.

Ese cuestionamiento duró poco porque ahora tenía un problema mayor en mente: se había corrido pensando en su mejor amigo y no sabía verdaderamente cómo lo volvería a ver a la cara.

✓✓

Louis evitó a Harry toda la semana. Tal y como temió no podía verlo a la cara, y durante todo ese tiempo se encerró en su habitación sin querer hablar con nadie. Su cabeza era un problema, ya que no podía pensar en nada más que en Harry y su bonito y rosado ano, pensamientos que le molestaban porque se sentía como un pervertido. Pero claro, no podía esconderse por siempre en su habitación, y la universidad fue lo que lo obligó a salir. Tenía grandes ojeras demasiado marcadas, su ánimo era de perros y todo le molestaba; culpaba al poco dormir que había tenido en esos días.

Al igual que en días anteriores, intento evitar a Harry. Por obvias razones, era más fácil ignorarlo por teléfono: solo tenía que no responder los mensajes y rechazar las llamadas. Sin embargo, en persona era un problema mucho mayor. Cuando lo vio acercarse, todos los pensamientos que se estaba esforzando por olvidar volvieron a aparecer de golpe.

—Hola, Lou —dijo Harry en un suspiro y con la cabeza gacha.

—Hola —respondió incómodo, no por Harry, jamás por él, sino por todo lo que estaba deseando hacerle en ese momento.

Harry alzó su cabeza con rapidez, sorprendido por el saludo tan seco que había recibido.

Louis por fin vio aquellos iris verdes que, muy en el fondo, sabía que lo volvían loco, y la tristeza que reflejaban hizo que su corazón sintiera un dolor jamás experimentado. Se acercó por instinto para abrazar a Harry, pero este dio un paso atrás y con sus ojos aguados y su labio temblando habló de manera entrecortada.

—Perdón —dijo, con finas lágrimas que empezaban a salir sin control de sus ojos ya rojos—. No debí enviar aquella imagen y de verdad entiendo si me quieres odiar —pasó por su lado intentando ser rápido, pero Louis no permitió que diera un paso más y lo sostuvo de su mano.

—Hazza, no llores —dijo también afectado por el estado que tenía Harry en ese momento—. Perdóname tú a mí —Harry limpiaba sus lágrimas con su suéter mientras luchaba por contenerlas—. Perdón por provocarte con aquella imagen y de verdad, perdóname por ser un imbécil e ignorarte todo este tiempo —lo jaló para quedar más cerca y él mismo limpió las lágrimas que había provocado—. Nada de esto es tu culpa, es mi cabeza que no se calla y tengo miedo de echar todo a perder —lo atrajo más hacia él y lo abrazó, la cabeza de Harry quedando perfectamente encajada en la curva de su cuello y su barbilla alineándose rápidamente en su cabeza. El cabello de Harry lo acariciaba con lentitud. —Hazza, creo que me gustas —soltó de la nada, tomándolo a él mismo por sorpresa.

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