DESEO Y SECRETOS [HEARTS #1]

1│LADRONA DE BESOS

Zev

Mercy — Shawn Mendes

Tres horas. Ciento veinte minutos. Ocho mil cuatrocientos segundos, si es que mis cálculos no me fallaban y estaba en lo cierto, ese era el tiempo que aproximadamente llevaba dentro del avión, volando sobre los cielos de Newfferk, sin olvidar el pequeño —gran— detalle de que estaba muriendo de sueño y deseaba con todo mi ser que el avión pronto aterrizará.

Mi primera parada sería la casa de los abuelos de Xion, cuando llegara le arrebataría su cama y dormiría todas las horas que no había podido hacerlo; todo por culpa del pequeño niño que iba en el asiento de atrás, que no tenía ni la más mínima intención de detener su llanto o siquiera darle un alto.

Mis planes de disfrutar el viaje o lo que restaba de él se iban directo a la basura, cuando vi por la ventana que nos estábamos aproximando a la pista de aterrizaje y eso solo significaba que ya había llegado. El pequeño parecía odiar a todo el mundo que ni su propia madre podía calmarlo, hasta que se detuvo al caer rendido en los brazos de su padre.

Siempre pensé que los niños eran adorables, bueno lo sigo pensando, pero cuando empezaban a llorar o hacer pataletas se les quitaba todo lo lindo y tierno que tenían.

Luego del eterno viaje, Xion me vino a recibir en el aeropuerto, me iba a quedar unos días con él, en la casa de su abuela, Marie, donde él siempre pasaba las vacaciones de invierno y yo lo acompañaba cuando mis padres viajaban, ya lo había hecho otras veces antes, pero esta era la primera vez que lo hacía después de mucho tiempo, años en realidad.

Cuando llegamos a una pequeña casa de dos pisos con un envidiable jardín que se esforzaba en cuidar y presumir Marie, supe que habíamos llegado. Lo primero que quería hacer de mi pequeña lista mental, era dormir. Pero no señores, todo plan de acostarme y conciliar el sueño se desvanecía entre mis manos, como si de arena del desierto se tratara, porque Xion me lo impidió a toda costa, obligándome a cumplir una promesa que le había hecho hace unos —muchos— meses atrás cuando supe que mamá no estaría conmigo para las fiestas de fin de año, pasaría navidad sin ella, otra vez; le había surgido un inesperado viaje de trabajo de último momento, pero, ¿a quién quería engañar?, ya estaba más que acostumbrado a su notable ausencia, pero a diferencia de años anteriores este no la pasaría solo, no tendría que cenar solo frente a una enorme mesa, ni abrir regalos frente a un enorme árbol sin alguna otra presencia, este año lo pasaría con mi mejor amigo, Marie no tenía problemas con ello, siempre decía que: «Donde cabían dos cabían tres y donde cabían tres cabían cuatro...»

Y aunque quisiera irme, Xion me obligaría a quedarme o me ataría a una silla para que ni se me ocurriera cruzar por la puerta de aquella casa, porque decía que su abuela se emocionaba con estas fechas y se le daba por cocinar de más o como él lo decía: «¡cocinaba como para un batallón y solo éramos la décima parte de uno!»