Capítulo 5.

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11 de mayo de 1970.

4:30 AM.

Otro día más. "Un hermoso Lunes" para algunos, pero era horrible para Micaela.

Se pasó estudiando casi toda la noche para poder dar un examen, un examen que va a hacer ella sola y sin ayuda.

Micaela no tardó ni cinco minutos y ya se había dado un baño, cambiado y peinado.

Se quedó sentada en su cama, estaba mirando una esquina de su habitación. Tenía sueño y quería dormir.

Trató de darse ánimos. Diciéndose "Vamos, Mica. Terminaste tu tarea para hoy, solo te falta repasar lo que estudiaste desde hace una días. "

Agarró su mochila y sacó su cuaderno, repasó todo y vio su reloj que estaba en su pared.

5:56

Mica empezó a hablar en voz alta para ver si ya se aprendió lo que estudió. Le dolía la cabeza.

Lo estaba haciendo bien hasta que se acordó de María.

Esa niña hermosa, que no dejaba en paz su mente todas las noches desde que la conoció. Esa niña que siempre se ponía a imaginar darle un beso a su hermosa boca forma de corazón.

Dejó de pensar de esa forma de su amiga y dijo en voz baja "Me gusta María".

Tapó su boca con su mano para no gritar, no quería espantar a sus padres.

¿Cómo podía ser posible que le guste su amiga? ¿Era normal? Eran dos mujeres, obvio, que no era normal.

Quería sacarse esas ideas de su cabeza, ya no quería pensar en ella.

7:12

—Micaela, ¿qué te pasa? —preguntó su mamá.

—No pasa nada, mami... —Salió, corriendo de ese lugar para poder abrir la puerta de su casa y seguir corriendo.

Por fin, llegó al colegio, vio a muchos chicos entrar, pero ella no quería entrar y ver a María.

Se sentía mal por pensar de esa forma de su amiga.

"Tengo que ir a la iglesia y confesarme con algún cura."

María estaba adentro del aula, esperando a Micaela, la primera clase aún no comenzaba, la muchacha se encontraba sentada en su banco, un poco aburrida y cansada, todo por culpa de pensar en toda la noche en su amiga.

María levantó la mirada cuando la vio pasar a su lado sin saludarle.

Saltó de su banco rápidamente para poder hablar con ella que invadía sus sueños todas las noches desde que la conoció.

—Mimi, ¿qué te pasa? ¿por qué no te sentaste a mi lado? —preguntó, e intentó tocar su mano, pero la chica la sacó bruscamente.

—¿Mimi? ¿qué tenés? —Estaba muy asustada, no sabía por qué Micaela estaba enojada con ella—. ¿Hice algo malo la vez en que salimos a pasear?

—María, pásame mi tarea que la necesito —dijo Micaela con frialdad—. No quiero hablar contigo, hoy no.

María se asustó mucho, ya que, la muchacha usualmente solía ser demasiado cariñosa y hablar con mucha ternura.

—Claro, Mimi. Ya te paso tu tarea, espera que saco mi cuaderno que ahí están las hojas.

—Por favor, no me digas Mimi. Estoy cansada que me digas así. —Micaela agachó su mirada para no ser "débil".

—Pero... si muchas personas te llaman así.

—¡Pero a ti te lo prohibo, María! —No aguantó y grito, ese grito hizo que María diera un salto por el susto, ese grito provocó que muchas miradas se dirigieran hacia ellas.

María estaba un poco confundida porque no sabía qué había hecho, quería saber qué le pasaba a Mexicana.

La tensión que había en el aula se tuvo que cortar porque el profesor de Economía había entrado, saludando a los alumnos.

Las dos chicas se dieron una última mirada, una chica miraba con confusión y tristeza, mientras que la otra chica la miraba con odio, culpandola por los sentimientos que le provocaba, esos sentimientos que le provocaba a querer besarla.

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Pasaron las horas y ya tenían que salir del colegio, y volver a sus casas.

María no iba a dejar las cosas así, quería una explicación, sí o sí.

Quería saber que había hecho mal para recibir un mal trato de parte de ella. Tenía muchas preguntas que pensaba que se le iba a explotar la cabeza, así que, se ingenió en seguir a Micaela sin que se diera cuenta.

Cuando Micaela llegó al portón de su casa, quiso sacar sus llaves, pero una mano sujetó su brazo.

Era María.

Micaela se puso nerviosa porque María bajó su tacto hacia su mano.

—María... —Sentía muchas mariposas en su estómago, esas mariposas que solo revoloteaban cuando se encontraba en frente de su compañera— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me seguiste hasta mi casa?

—Mimi, quiero hablar contigo sobre el trato que me diste hoy.

—Sobre eso... Lo siento, ya. Ahora, ¡vete! —exigió Micaela.

—¿Ves? Estás volviendo a tratarme de la misma forma como en el colegio.

—Es que, es tu culpa, María —dijo Micaela.

—¿Por qué es mi culpa? ¿qué te hice? —María le agarró de sus hombros para verla directamente a los ojos.

—No me hiciste nada, María. Solo que no quiero hablar contigo este día, no me siento bien.

Micaela volvió a agarrar con firmeza su mochila para sacar sus llaves, María no dejaba de mirarla con confusión.

Cuando se dio cuenta que la chica ya estaba por entrar a su casa, la llamó.

—Mimi, por favor... Quiero hablar contigo —Le agarró su mano para detenerla—. Quiero saber qué te está pasando, somos amigas, ¿no?

—Lo somos, Mari. Pero hoy, quiero estar sola y estudiar, que me falta poco para mi próximo examen.

Dejó a María afuera y cerró el portón. Se dio la vuelta para mirar por última vez a María, se sentía pésima porque su única amiga tenía tristeza en sus ojos hermosos que siempre tenían un brillo especial.

Entró rápidamente a su casa, no quería arrepentirse por lo que había hecho, necesitaba alejarse de ella.

Se fue a sentar en uno de los sofás de su casa, quería pensar bien lo que estaba pasando. No quería arruinar la bonita amistad que estaba construyendo.

No quería volver a cometer el mismo error con una nueva amiga.

"Me quiero matar" 

Micaela agarró su mochila y su cuaderno, quería hacer algo para no estar pensando demasiado.

Agarró las hojas para poderlas ordenar, pero se fijó en un pequeño detalle.

María le había escrito algo.

"Gracias por prestarme tu trabajo, me salvaste de reprobar.

¿Podemos salir a pasear mañana después del colegio?"

"Lo que faltaba."

Pensó, tenía qué reprimir el remordimiento que iba a sentir al día siguiente.

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