Capítulo único

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Estaba desnudo, con su pecho subiendo y bajando producto de lo bien que lo había pasado hace escasos minutos.

Su entrada se sentía pegajosa, lograba sentir sus muslos con el semen de Enzo esparcido en ellos.

Volteo la mirada y ahí estaba, el pelotudo viéndolo divertido.

—¿Qué es lo que te causa tanta risa?

—No es risa. Es solo, mírate, todas esas marcas rojas hechas por mi. —sonrió. —Sos un desastre, un desastre que yo cause.

Frunció su ceño.

Tener encuentros con Enzo era fantástico, él sabía cómo hacerlo sentir bien. Sabía que Enzo era un bruto, pero también sabía que podía hacerlo sentir el hombre más hermoso del mundo, podía cargarlo y follarlo si él quería (cosa que al menor le encantaba).

Realmente se conocieron en una situación horrible.

Su padre se había enojado con él. Él y su madre siempre le impulsaron a seguir sus sueños, entonces cuando Matías anunció que sería un chef incluso mejor que su papá, el mayor se alegró y se dispuso a enseñarle todo lo que sabía.

Recalt practicaba seguido, tomando prestados los utensilios e ingredientes que había en el restaurante de sus padres, regularmente el mayor no tenía problema con ello siempre y cuando Matías regresará todos los ingredientes que tomaba, así el encargado del inventario no sufriría a la hora de hacer la contabilidad de los productos.

Entonces ese día olvidó reponer el cardamomo y sésamo que tomó, lo cual con la excesiva carga de trabajo hizo que su padre explotara con él.

Condujo lejos del restaurante, cuando por fin se calmó, observó un supermercado y se dispuso a encontrar esas malditas especias.

Por fortuna ambas cosas estaban ahí, el problema era cómo bajarlas de aquel enorme estante.

Si bien no tenía una baja estatura, se daba cuenta que no era tan alto como para poder alcanzar lo necesitado.

No iba a seguir haciendo el ridículo tratando de agarrar algo que claramente no alcanzaba, decidió buscar un empleado que le brindará ayuda, entonces una voz detrás suyo lo detuvo.

—¿Necesitás ayuda?

Dios, sí que la necesitaba gracias al universo por mandar a alguien en su rescate.

Volteo y entonces lo vio. Un hombre que por lo menos le sacaba una cabeza de altura, su complexión era dos veces más grande que la propia, también tenía mucho más músculo que Matías. 

—Sí... sí, por favor.

El hombre lo miró de arriba hacia abajo.

Recalt se sintió desnudo, fue como si aquel hombre estuviera imaginando que había debajo de su holgada playera.

El más bajo tocio fingidamente. —Necesito cardamomo y...

—Huh —Enzo lo miró y asintió.

El de cabello negro examinó detenidamente todos los frascos de la alacena, regresó su mirada al menor quien lo veía con una mueca confusa.

Matías estaba a punto de decirle que tenía el cardamomo justo enfrente de él, cuando sintió como lo sostenían de la cintura para después ser levantado.

Su visibilidad mejoró, podía ver todas las especias que había en el lugar, tomó sólo lo que necesitaba y de nuevo sus pies tocaron el piso.

Al subir su mirada se encontró con aquel hombre mirándolo con una sonrisa un tanto sexy. Su mirada estaba concentrada en su pequeña cintura lo cual hizo que el menor se sonrojara.

Eres mío | Enzo Vogrincic x Matías RecaltWhere stories live. Discover now