Introducción

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Al principio, como en todo sueño, creí estar equivocada yo, en lugar de todo el mundo. La gente de ese sueño me miraba como si fuera una idiota ante lo que para ellos, era conocimiento básico y general. Recuerdo que me decía a mí misma que debía prestar más atención al estudio, porque recordaba cosas inexactas, o más bien, cosas que no eran.

Platinum era un país que le daba mucha importancia a lo que patria se refería, tenías que sacar diez en historia o te marginaban, era como no saber cuándo escribir con "v" o "b" y "s" o "c" en lengua. Creo que incluso eso era más aceptable. Para una nación que había padecido un intento de colonización por parte de los árabes, y luego de un país de habla enrulada, The Great State of Wessex o Anglosía, para los de habla latina, y resurgido reconquistando sus tierras, era entendible tal sensacionalismo patriótico. Ah, es verdad, aquí no usan la palabra "colonización", dado que nunca llegó un Cristóbal Colón a nuestras tierras. 

"¿De dónde saqué ese nombre?" me pregunté una vez.

En fin, justo cuando comenzaba a sacar nueves en historia, desperté. De nuevo estaba en Argentina, el mundo que conocía. Me costó darme cuenta porque el sueño se había sentido muy real, pero al recibir el cariñoso regaño de mi mamá por dormir demasiado, y el atento reproche de mi papá por no hacer las tareas del hogar y ayudar a mi mamá, lo supe. Estaba en casa. Bueno, eso y que este mundo fuera un desastre, lo cual me hizo pensar que ésta era la realidad. Últimamente el calor era insoportable y no sólo en mi país por estar ubicado: "en el c#lo del mundo", como mis amigos y yo solíamos decir; sino que en todo el planeta estaba esta ola de calor que no hacía más que empeorar. Quizá fueran los golpes de calor los causantes de estos raros sueños... en comparación, el otro mundo... parecía un tanto demasiado perfecto para mi gusto.

Eso fue hace un mes. En este momento me dirijo al Colegio Nacional "Absalón Rojas", donde me espera un precioso examen de historia y geografía latinoamericana. Esperaba poder recordar algo real y no una mezcla producto de mis sueños.

Mi amiga, Manu, me esperaba a la entrada para ingresar juntas, y claro, para repasar en el camino lo más posible sobre la materia. Nos detuvimos a propósito unos cinco minutos, retrasando el fatídico momento, sin embargo, al entrar, la siempre puntual profesora no estaba. Y aunque en un principio suspiramos de alivio, las razones tras la ausencia de la profesora estaba justificada.

Casi todos salimos corriendo ante el aviso, algunos volvían en bus, otros en bicicletas, moto, auto, y otros caminando; aunque varios de los chicos que solían volver en auto, esta vez, tuvieron que tomar el bus, ya que los padres no podían buscarlos, siendo que habían salido temprano. Las rejas del colegio se cerraban al instante en que comprobaron que ya no quedaba ningún estudiante, el gran portón chocó estrepitante, movido por el apuro de los ordenanzas que también se retiraban a sus casas.

Sólo corrí. No había tiempo para esperar el bus, y ¿quién me aseguraba que no estaría inmovilizado o lleno de gente intentando volver a sus hogares?

A la distancia vi la puerta de madera reseca tan familiar, las ventanas recientemente barnizadas con dos floreros medianos bajo ellas, en el pasto. Mi mamá estaba ya en el comedor, con el control de la tele en la mano. Mi hermana aún no llegaba del colegio y mi papá tampoco estaba.

No me atreví a decir una palabra, ni ella tampoco. Con la televisión encendida de fondo, nos abrazamos.

—"¿El planeta ha sido abandonado? Grandes gobernantes de todo el mundo huyen en una nave hacia la luna."

Éxodo: El Tren de los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora