II

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— Ven aquí, Lily, iremos a hacerte tu primer examen. —Severus tomó a su felina en sus brazos, saliendo de su casa y dirigiéndose inmediatamente a la del pelinegro, tocando varias veces su puerta.

Eran las seis de la mañana, por lo que supuso que debía estar durmiendo, pero aún así tenía que acompañarlo, así que algo desesperado optó por darle la vuelta a la perilla.
Para su suerte y por alguna extraña razón parecía que su vecino era lo suficientemente descuidado como para dejar su puerta abierta. Entró y dejó a Lily en el sofá, subiendo sigilosamente por las escaleras mientras se asomaba en cada puerta que veía, frunciendo su ceño confundido al no encontrar ni un rastro de Sirius.
— Le dije al imbécil que hoy teníamos que ir con Lily. —Gruñó para sí mismo, dándose la vuelta para retomar su camino, sin embargo aquel fuerte cuerpo con el que chocó no se lo permitió.
Levantó un poco su mirada hasta toparse con el rostro de Sirius, su cabello se encontraba mojado, únicamente tenía su cuerpo cubierto por una toalla blanca en la parte de su cintura y Severus tragó grueso por la inesperada presentación.

— ¿Por qué entraste sin permiso? —Murmuró suavemente, provocando que el otro se estremeciera al sentir el aliento chocar tan cerca de sus labios, inconscientemente se mordió ambos labios hasta teñirlos de un rojizo intenso.— Pense que ibas a esperar, ya iba a abrirte.

— Lo siento, es solo que se hacía tarde y pensé que al ser tan imbécil quizás lo habías olvidado. — Colocó sus manos en el pecho ajeno, empujándolo bruscamente y apartándose para volver al sofá, tomando a la minina que lamentablemente yacía dando una pequeña siesta.

Sirius rodó sus ojos, dirigiéndose hasta lo que parecía ser su habitación, cerrando la puerta de inmediato. Severus aún seguía en el mismo lugar, mirando atentamente la puerta que hace unos segundos fue cerrada.

— Mierda. —Sus mejillas aún mantenían aquel fuerte color carmín, estaba tan avergonzado, pero quizás no se arrepentía de haber entrado sin permiso, era evidente que no podía dejar de pensar en aquel cuerpo bien tonificado que poseía el dueño del inquieto James, pero no podía enfocarse en eso, tenía otros asuntos, sí, como preocuparse por su pequeña felina.

Por otro lado, Sirius se encontraba recostado sobre la puerta, ya estaba vestido, pero no dispuesto a salir. Aquel chico lograba hacer su corazón revolotear con una fuerza impresionante, era extraño, sentía la necesita de protegerlo de cualquier cosa. Se veía tan frágil ante cualquier mirada, incluso ante la suya.

. . . ౨ৎ

— Y bueno, ¿cómo sabes que fue mi James quién dejó preñada a tu gata? —Sirius murmuró mientras lo miraba de reojo, ambos iban caminando en dirección a la veterinaria, lo cual era estúpido porque el de rulos disponía de un auto, sin embargo mencionó el no querer usarlo.

—Siempre veo a Lily salir de tu casa, así que supuse que se camuflaba a buscar a tu gato, ¿nunca la viste por ahí? —Enarcó su ceja, el otro simplemente se encogió de hombros. Claro que la había visto, pero decidió mantenerse en silencio.

— James no ha estado en celo, por lo que me parece extraño que haya buscado a tu gata para, ya sabes, hundirle el fierro. —Severus creyó ahogarse al escuchar la estúpida comparación, Sirius por su parte se mordía ambos labios para evitar soltar alguna risa.

— Según sé un gato no necesita estar en celo para tomar a una gata, ellas sueltan un olor atrayente para los gatos, quizás tu gato fue el primero en tomar a Lily, por eso cada vez que otro gato quisiera tomarla, él iba a atacarlo, ya marcó su territorio.

Justo como me encantaría que tú hicieras conmigo, Dios griego.

Severus sacudió su cabeza varias veces, aquel rojo tan digno de una cereza volvió a tomar lugar en sus mejillas, definitivamente él no debía pensar cosas así del dueño de la pareja de su gata, claro, no hacía falta mencionar que el mocoso estaba como quería, pero no debía aprovecharse de la situación.

Sirius por su parte buscaba de alguna forma el acercarse a Severus de una manera más íntima, él sí estaba pensando en aprovecharse de la situación de ambos gatos, quizás cuando las crías nacieran sería más necesario pasar tiempo juntos, los dos totalmente solos en la casa de su mayor y sería el momento perfecto para acercarse.

— ¿Cuánto van a tardar haciéndole exámenes a tu gata? Créeme, no conozco la paciencia, si tardan más de media hora me iré.

— Eres tan desesperado, solo será un pequeño examen y un ultrasonido, queremos ver cuántos gatitos serán, me gustaría que no fueran muchos, pero normalmente las gatas tienen de cinco a diez gatos. —Se encogió de hombros, adentrándose junto al otro a la veterinaria, sentándose en las sillas a esperar la hora justa.

La cita había sido programada desde el día anterior, por lo que hacer nuevamente el papeleo y todo
eso no era necesario.

. . . ౨ৎ

Ambos se encontraban ya dentro de la sala, mirando atentamente a dos enfermeras tomar a la minina de ambas patas, colocándole una maquina extraña en su abdomen, moviéndola por varias partes. Una de las enfermeras se alejó lo suficiente para acercarse a una pantalla en la que se reflejaba todo el procedimiento, entonces la chica baja de cabello rubio sonrió.

— Vaya, al parecer serán siete gatitos. —La castaña soltó suavemente a la felina, correspondiendo a la sonrisa de su compañera.— Desde ahora el cuidado de su mascota debe ser aún mayor, también debo prohibirle algunos alimentos, los bebés deben estar totalmente sanos. Ah, Narcissa, ¿podrías sacar las fotos del ultrasonido y meterlas en aquel sobre amarillo?

— Disculpe, señorita Alice, ¿cuáles dice usted que deben ser las comidas prohibidas? —Severus sacó su celular, prestándole total atención a la joven, realmente quería una dieta saludable para Lily.

- Oh, sí, atún, debes reducir muchísimo esa comida, al igual que los productos lácteos, el chocolate también debe mantenerse alejado, los gatos no son fanáticos del dulce, pero aún así algunas veces cometen el error de llevarse algo malo a la boca, debes tener cuidado absoluto con ese dulce café, ya que les puede causar detención en el ritmo cardiaco, coma, anemia e inclusive la muerte. — Sirius abrió su boca con sorpresa, normalmente él solía darle a James algunas bolsitas con chocolate líquido, quizás era esa la razón por la que el minino luego andaba vomitando, no cometería ese error de nuevo, claramente las advertencias no eran solo para un animal preñado, también incluía al resto.

—Mira, Sirius — Severus se acercó rápidamente mostrándole las fotos del ultrasonido, señalando a los mininos en posiciones extrañas, el mayor soltaba algunas risas enternecido.

— Tu novio es encantador. —Murmuró Alice, sonriéndole a Sirius, el cual inmediatamente empezó a
negar con su cabeza.

— No somos novios.

—Oh, es una pena. —Narcissa habló ahora, encogiéndose de hombros.— Realmente se verían muy bonitos.

. . . ౨ৎ

— Gracias por acompañarme, no me hubiera gustado ir solo, normalmente me gusta salir sin compañía, pero a algo así no, me sentía nervioso. —Murmuró el mayor, entregándole una copia de las fotos al otro, quien lo aceptó con gusto.

—Es un gusto, fue bonito, tu pequeña Lily debe estar agotada, lo mejor es que vaya a descansar, ambos deberían hacerlo.

— Ah, sí, eso pensé. —Asintió, jugando con sus manos un poco nervioso, mordiéndose ambos labios.

— Bueno, fue un gusto estar contigo, hasta mañana.

Severus se acercó al pelinegro dispuesto a besar su mejilla, sin embargo se alejó de inmediato. Sirius soltó una leve risa y lo tomó de la camisa para acercarlo de nuevo, depositando un suave beso en la comisura de sus labios.

— Hasta pronto, Severus. —Le guiñó su ojo, cerrando la puerta detrás suyo, ambos sonrieron ampliamente.

Vaya, ahora era Severus el que le agradecía a Lily por buscar a aquel felino negro.

␥ › (cat)astropheWhere stories live. Discover now