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Tras perder el conocimiento, Rose pensó que había tenido una clase de extraño sueño donde veía a un sujeto de cabello azul caminar hacia ella. Solo recordaba eso, un brillo azul y bonito.

Logró despertar y lo único que se encontró fue con oscuridad. Al principio, pensó que estaba ciega pero cayó en cuenta de que alguien había puesto una venda en sus ojos. Siempre tuvo un buen sentido de orientación, pero en aquella ocasión solo se sintió mareada. Su sexto sentido le decía que esa persona que había visto era un fae, porque no podía haber algo tan inusual como ese color azul.

Intentó acercar sus manos a su rostro y no pudo, estaban atadas en su regazo.

—Vaya, miren quien ha despertado —habló una voz masculina en tono burlón.

Rose apretó los dientes con fuerza. Ese sujeto sonaba como un completo idiota y tantos insultos se acumularon en la punta de su lengua, sin embargo ninguno salió porque no sabía que tan grave era el peligro. Por lo que había visto en la cafetería, esos faes tenían poderes aterradores.

Unas manos frías la tomaron de las mejillas y Rose intentó alejarse moviendo su cabeza a los lados, pero las manos la sostuvieron fuerte. Su creciente carácter comenzó a aflorar y no pudo contenerse, mordió la mano de la persona que tocaba su mejilla.

El hombre siseó y entonces antes poder entender que pasaba, la cabeza de Rose giró con fuerza ante el golpe de una mano en su mejilla. El impacto fue tan duro que la tiró de donde estaba sentada.

—Esta maldita mortal... ¿cómo osas morder a su majestad?

Rose permaneció en silencio, con la cara ardiendo tanto por el golpe como por el coraje que tenía en sus entrañas. Esta vez alguien le quitó la venda de los ojos, no estaba segura si había sido la misma persona que la había golpeado porque en esa ocasión las manos fueron cuidadosas. Lo primero que vio fue la luz cegadora y después el destello azul.

—Está bien, no necesitabas golpearla —habló un joven de cabello largo azul mirando a otro.

Entonces Rose entendió, el de cabello azul debía ser el jefe y la persona que le golpeó fue otra. El jefe de cabello azul la ayudó a levantarse y ponerla de nuevo en su asiento, ella notó que todo se movía y era debido a que estaban en una especie de carruaje. Cuando sus ojos se encontraron con los de Rose para ella fue extraño. Eran unos ojos demasiado hermosos y brillantes, como nunca antes había visto.

Sabía que era un fae, toda esa aura lo denotaba, era muy atractivo y también antinatural. Como esos muñecos de porcelana, demasiado perfectos para ser reales. Su cabello era de un azul muy oscuro casi llegando a ser negro y le llegaba más allá de sus hombros. Nada en ese tipo era ordinario, inclusive su ropa, parecía de épocas o siglos atrás.

Aquel fae también le regresó la mirada, como instándola a desafiarlo. Sonrió del lado.

—Para ser mortal, es bonita —admitió.

Rosé apretó sus labios con fuerza, queriendo maldecirlo.

Otro fae que se sentaba al lado del fae azul la miró con creciente curiosidad. Ese fae tenía el cabello rojo, y unos ojos azul muy brillante. Alzó una oscura ceja.

—Es simple, no se compara a nuestras faes de Adarlan.

El de azul no dijo nada, parecía no estar tan de acuerdo a lo que decía su compañero y siguió mirando a Rose con tanta atención que comenzó a incomodarla.

—Es como una tormenta —le habló directo a ella.

Rose frunció el ceño, sin entender. Por primera vez, logró decir algo:

—¿Qué?

—Tus ojos, son como una tormenta. Puedo ver en ellos tantos pensamientos y seguro tantas palabras que no nos van a agradar a nosotros ¿no es así? Estás deseando decirlas, pero por alguna razón te contienes.

Ella comenzó a respirar con fuerza, ¿por qué parecía saber lo que pensaba? ¿ese ser podía leer mentes?

—Antes de que lo preguntes, no, no leo mentes. Pero tu mirada de odio es obvia, nadie la pasaría por alto, mortal.

¿Acaso mortal era la palabra que usaban para los humanos? Aunque no era un insulto, viniendo de sus labios lo hacía sonar como si fuera la clase más baja y débil.

—Mi nombre es Rose

El fae se encogió de hombros.

—Si te soy honesto, no me interesa en lo más mínimo. Solo estás aquí con un propósito.

Rose lo miró interrogante.

—¿A dónde me llevas?

Esta vez, la pregunta de Rose causó una felicidad en aquel fae, porque sonrió mostrando todos sus perfectos dientes blancos. Una sonrisa que solo a ella le pareció aterradora.

—Bienvenida a Adarlan, Rose.

Balada de una princesa perdida | COMPLETAWhere stories live. Discover now