Lilian Lovelace, siempre ha sido el ejemplo de la dama perfecta. No sabe de escandalos, rebeldía, ni mucho menos travesuras. Ha crecido siendo testigo del sufrimiento que puede causar el perder una buena reputación y se ha esforzado por ser una dign...
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Las mejillas de la dama se colorearon al oír su pregunta descarada.
—¿Có... cómo ha dicho?—balbuceó.
—Lo que oyó. He preguntado si nos hará pasar para conversar a gusto, dentro.
Ella lo miró sin parpadear. Casi horrorizada.
—No tenemos nada que conversar, milord.
Él se cruzó de brazos, y torció los labios.
—Oh...ya lo creo que sí.
Ella se enervó.
—He dicho que no
El encarcó una ceja. Si su intención era la de desafiarlo él podía complacerla y redoblar la apuesta. Casi se sobó las manos de anticipación.
—Resulta, que hace poco conocí a una mujer que me dijo ser una antigua criada de esta casa. Quería saber sobre su paradero.
Su rostro volvió a perder el color.
—No sé de qué habla.
—Lo hablaremos dentro, entonces. Quizá recuerda después de un rato de charla.
Eric sentía las miradas intrigadas de su amigo y de la hermana, pero no apartó la vista del rostro de la impostora.
—No es posible, milord—intervino la hermana mayor, cuando se hizo evidente que la otra se había quedado sin palabras.
—¿A caso no lo dicta así las normas de cortesía? ¿Nos dejarán aquí afuera esperando a Lord Harrow? Que poca hospitalidad—bufó Weiss.
Lady Georgiana lo miró con gesto exasperado.
—Pueden pasar, señor Weiss, pero tendrá que ser sin nuestra compañía. Ya que no hay nadie en la casa que pueda ejercer de carabina—le explicó Lady Lilian, rompiendo el contacto visual entre ellos, para enfocar al americano.
Eric sabía que las damas tenían razón, no podían ingresar a la casa con ellas debido a que eran dos damas solteras, pero de todos modos le divertía incomodar a la joven.
—¿Carabina? Qué diablos es eso. ¿Es alguna especie de arma? No necesitan llegar a ese extremo, señoritas. Somos inofensivos ¿Verdad Rochester?
Él solo se encogió de hombros por respuesta.
—Tan inofensivos como dos criaturas salvajes del bosque—murmuró Lady Lilian.
La confusión del capitán era genuina. Georgiana resopló, y Lilian parecía estar conteniendo la risa.
—Carabina, es una persona o familiar de mayor edad, que acompaña a una joven en edad casadera cuando ella está en compañía de otros caballeros y hombres solteros, para velar por su reputación y su buen nombre—explicó la mayor.
