🥖 Hyunjin, el artista🥖

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Hyunjin, apodado el niño de la harina por el día en el que había nacido era, irónicamente, hijo de una pareja que regentaba una pequeña panadería a las afueras de Seúl

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Hyunjin, apodado el niño de la harina por el día en el que había nacido era, irónicamente, hijo de una pareja que regentaba una pequeña panadería a las afueras de Seúl.

Creció solo, no tenía hermanos, y le costaba hacer amigos. Hyunjin pasaba su tiempo ayudando a sus padres en la panadería y pintando.

Las pinturas del joven colgaban por toda la panadería, un pequeño detalle que los vecinos que conocían a la familia encontraban adorable.

Lo que más le gustaba pintar era el mar, cuando terminaba de ayudar por las mañanas a sus padres, salía con la bicicleta que le prestaba su vecina en dirección a Incheon, con un pequeño lienzo y un bolsito de cuero con varios pinceles y sus pinturas favoritas.

El sonido de las olas del mar mientras el pincel acariciaba el lienzo era sin duda lo que más le gustaba en el mundo, le calmaba, sentía que sus preocupaciones se las llevaban la marea y volvía a casa sintiéndose feliz, tarareando las canciones que aprendía de los jornaleros que paseaban cantando cerca de la panadería de sus padres.

Una tarde, vio desde lejos un bonito barco acercarse a él en la pequeña bahía en la que había decidido ir a pintar el paisaje, decidió añadir la sombra del barco en el horizonte, sin darse cuenta de que una pequeña barquita se acercaba hacia él desde el enorme barco.

Tres jóvenes desembarcaron, llamando su atención a gritos, solo entonces Hyunjin levantó la mirada del lienzo, viendo a esos chicos que debían tener más o menos su edad caminar hasta él.

— ¡Hola! ¡Buenas tardes! — Gritó el chico de cabellos rizados, dirigiéndose hacia él con la sonrisa más brillante que había visto nunca, seguido de cerca por sus dos compañeros.

— Hola... — Hyunjin no sabía muy bien como dirigirse a aquellos jóvenes y siguió pintando, esperando que se fueran o siguieran ellos la conversación.

— Wow chico, pintas genial... ¿A cuanto me venderías la pintura? — El chico de cabello rizado se asomó a su lienzo poniendo una mano sobre su hombro, entrando sin ninguna vergüenza en su espacio personal, tocándolo como si fueran amigos de toda la vida.

— No lo se... — Hyunjin pensó en ese tono de azul que llevaba años intentando comprar, para el cual no tenía suficiente dinero, el cual soñaba con usar, y no perdía nada por decir una gran suma de dinero, con un poco de suerte, y regateando, podría conseguir la mitad de lo que propusiera. — Catorcemil wones.

— Es mucho dinero... ¿Podrías aceptar esto en su lugar? — El chico dejó caer un pequeño saquito de cuero en su regazo, cuando abrió el saco, estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva, el saco estaba lleno hasta arriba de enormes pepitas de oro, con eso podría comprar el azul que quería y aun le sobraría.

— Es muchísimo... No se si puedo aceptarlo, no dibujo tan bien. — Hyunjin intercalaba la mirada entre el oro y su lienzo, su estilo de dibujo era considerado borroso y abstracto por la gran mayoría, algunos transeúntes que pasaban por la panadería incluso se reían de sus padres por exponer unos dibujos tan feos en sus paredes.

La Princesa Y El Gato De MarOnde histórias criam vida. Descubra agora