Capitulo 1: Brócoli entrometido

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—¡Feliz cumpleaños! —Mis amigos de la UA aventaron un grito en mi cara apenas salí de mi habitación.

—Gracias, chicos. —Dije, tratando de sonar animado. Era tan temprano que aún tenía los párpados pegados.

—Hoy es tu gran día, kiribro. —Dijo Denki entusiasmado.

—Tenemos muchas cosas planeadas. —Dijo Ashido jalándome del brazo.

—Gracias, chicos, pero creo que primero voy a cambiarme la pijama. —Lejos de oírme, Sero tomó mi otro brazo y me arrastraron hasta la sala común.

—Quédate aquí, —Dijo Sero sentándose en la barra junto a la cocina.

—Te haremos el desayuno. —Denki levantó un cucharón.

El tiempo pasó y ellos seguían metidos en la cocina dando su mejor esfuerzo, tardaban tanto que los demás estudiantes de la 1A empezaron a despertar y llenar los pasillos. Mis compañeros, quienes paseaban en pijama, me felicitaban al verme sentado en la barra y me deseaban suerte con mi dudoso desayuno de cumpleaños.

El ascensor se abrió en el piso y Bakugo salió mientras hablaba con Midoriya, ambos tenían ropa deportiva y cargaban bolsos guindando del hombro. Una banda sudada empujaba el cabello de Blasty hacia atrás, llevaba puesto una bermuda deportiva y una camisa de tirantes.

Tan masculinos.

Acomodé mi postura en la silla y miré fijamente a Blasty caminando hacia mí, seguramente para desearme un feliz cumpleaños. Mi cabeza procesó todo en cámara lenta, el sudor de Blasty que corría por su frente se derramaba en su pecho, la camiseta le quedaba tan grande que casi podía verle un pezón, y su busto subía y bajaba con su respiración.

Mierda, está jodidamente bueno.

Una sonrisa involuntaria se pegó a mi cara, pero no me duro mucho, mi expresión se esfumó apenas Bakugo me pasó por al lado sin siquiera verme.

Parece que lo que esté hablando con Midoriya es más importante que mi puto cumpleaños.

—Entrenan muy seguido. —Ni siquiera noté en que momento Denki se sentó a mi lado, pero ahora estaba apoyado en la barra inclinándose sobre mí, con una sonrisa propia de un villano de anime.

—No me felicitó. —Dije, fingiendo que no me afectó.

—Ni siquiera te vio, se veía muy distraído. —La sonrisa de Denki se estiró por toda su cara.

Denki creía conocer mis sentimientos mejor que yo mismo, pero se equivocaba. Su cabeza tenía tanto espacio dentro que le daba tiempo de hacer teorías fumadas en su tiempo libre, solo bastaba con uno o dos comentarios para que él, y Mina, alimentaran su esquizofrenia con ideas que no tenían nada que ver.

Es decir, ¿Qué a mí me guste Bakugo? ¿Solo porque un par de veces dije que se veía super sexy con su ropa de gimnasio? ¡Pensé que todo el mundo lo pensaba!, ¿Solo porque me gustaba entrenar con él a solas para tener conversaciones más íntimas? Bakugo no se abriría a menos que estuviéramos solos, ¿Solo porque a veces buscaba cualquier excusa para agarrarle los pechos? Soy un hombre, es normal que me gusten los pechos, y también es normal que se me ponga dura cuando agarro los de Bakugo.

Somos mejores amigos, son cosas que hacen los mejores amigos.

¿No?

****

Después de fallar con la tarea de hacerme un desayuno, los chicos decidieron que era mejor salir y compartir algo afuera.

Invité a Bakugo a ir con nosotros, pero no me esperaba encontrarlo encerrado en su habitación con Midoriya y no me hizo ninguna gracia que insistiera tanto en incluir a Midoriya en los planes. Digo, no es como que me molestara, es un buen amigo, pero ¿Para qué Bakugo lo necesitaba tener a su lado todo el día? Eso lo podía hacer yo sin ningún problema.

¿Desde cuándo estaban tan unidos?

El bakusquat, y Midoriya, fuimos a parar en un arcade al centro de la ciudad. El hambre no me dejaba concentrarme en nada más, pero era un lugar bastante oscuro, con luces neón brillantes, olor a hamburguesa y ruidos estridentes.

—Kiribro, hoy nosotros pagamos las fichas. —Dijo Sero, entregándome un puñado de fichas.

—Creí que íbamos a comer.. —Dije con las tripas retorcidas del hambre.

Mina se apiadó un poco de mí y me ordenó algo de comer, se sentó conmigo en una mesa y habló mientras veíamos a Denki y Sero jugar contra Blasty y Midoriya en el fútbol de mesa.

Bakugo jugó todos los juegos junto a Midoriya, habló con él más que con nadie, y cada vez que yo volteaba a ver a Blasty o intentaban hablarle, él y Midoriya se miraban mutuamente con complicidad.

—Solo son amigos. —Al escuchar la voz de Ashido, mi mente reaccionó, dándome cuenta de que llevaba demasiado tiempo clavando mi mirada en la mano de Midoriya, que reposaba en el hombro de Blasty mientras él le hablaba y le sonreía.

—Se supone que es MI cumpleaños. —Dije sin quitar la vista de cada paso de Midoriya alrededor de Bakugo.

—¿Crees que esté pasando algo entre ellos? —Sentí una punzada en el pecho de solo escuchar a Ashido.

Ver a Midoriya tan cercano a Bakugo despertaba en mi un sentimiento que venía negando desde hace mucho, una sensación eléctrica que erizaba todo mi cuerpo cuando Bakugo andaba de buen humor conmigo, una necesidad enorme de querer acaparar toda su atención, y un deseo posesivo de demostrarlo todo clavando mis dientes en sus labios.

—Creo que ya pasamos mucho tiempo en el arcade, volvamos a la academia. —Dije, tratando de ocultar cualquier pizca de rabia en mi voz.

Mi mente masoquista quería quedarse un rato, viendo cómo Midoriya se acercaba descaradamente a susurrarle cosas a Bakugo, pero a éste punto yo iba a empezar a botar espuma por la boca si seguía ahí.

En el camino de regreso, Bakugo se sentó junto a Midoriya, y por alguna razón, mientras los veía me imaginaba un escenario ficticio dónde Bakugo rechazaba a Midoriya para correr a mis brazos. Una emoción estimulante recorría mi cabeza de solo imaginar a Bakugo corriendo hacia mí, con los pechos rebotando de su camisa y que él al jalar mi cuello para apretarme en un abrazo terminara estampando sus pechos en mi cara.

—Bastardo, tu cara literalmente parece un puto tomate, ¿Tienes alergias o algo? —La pregunta de Blasty solo hizo que mi cara subiera dos tonos de rojo por la vergüenza de mis pensamientos.

—No, estoy bien. —Tenia que aprovechar esa pizca de interes de Bakugo en mí para alejarlo de Midoriya. —Apenas es el medio día, podemos ir a otro lado aprovechando la ocasión.

Bakugo volteo a verme y se quedó congelado mirando de reojo al asiento de su lado. No sé si era mi paranoia mezclándose con mi esquizofrenia, pero sentía claramente los ojos de Midoriya clavados entre Blasty y yo.

No me respondió.

—Yo conozco un lugar cerca. —La voz de Midoriya, que siempre sonaba aguda y temblorosa, de repente soltó un tono decidido y veloz.

Regalo explosivo (Kiribaku)Where stories live. Discover now