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— ¿Lista para el castigo de Umbridge?— preguntó Harry estando junto a la pelirroja, justo al frente del despacho de aquella profesora.

— No creo que sean peores que los de Dumstrang, así que no me preocupo—. respondió la pelirroja restándole importancia. Sin dejar que el ojiverde formulara sus próximas palabras, golpeó tres veces la puerta.

«Pasen» se escuchó desde adentro. Rue fue la primera en entrar, detrás de ella el gryffindor.

La pelirroja apenas puso un pie dentro de aquella habitación, quiso sacarse los ojos. Para el gusto de Rue, la habitación era excesivamente femenina. La misma estaba decorada en tonos pastel, con paredes forradas de placas rosadas y con estampados de gatitos y corazones.

El mobiliario era elegante pero, como decía, excesivamente cursi, con cortinas de encaje y cojines con volantes. Destacaban especialmente las numerosas imágenes de gatos que adornan la habitación, así como las porcelanas y los adornos delicados.

— Buenas tardes señorita Griffiths, señor Potter. Siéntense—. habló con una dulzura, claramente falsa.

Rue, aun que desconfiada, copió la acción de Harry. Tomó asiento a su lado, para que luego la vieja rosada hablara:— Hoy escribirán unas líneas para mi, jóvenes—. Rue miró incrédula a la mujer. Mientras que Harry se inclinó levemente hacia su bolsa en busca de una pluma. La pelirroja estuvo a punto de copiar nuevamente la acción del ojiverde, más se detuvo al igual que Harry al escuchar la odiosa voz de Umbridge—. No. No con sus plumas... van a usar unas mías, muy especiales—. pronunció con una sonrisa falsa y macabra.

La mujer se levantó de su silla, aun con aquella sonrisa y caminó hasta donde estaban los dos gryffindors. En cada mano traía una pluma—. Ahora, señor Potter, quiero que escriba: no debo decir mentiras—. dijo tras dejar la pluma sobre el pequeño escritorio de Harry. Seguido, se acercó hacia Rue y copió la acción—. En cambio usted, señorita Griffiths, quiero que escriba: debo respetar a mis profesores.

— ¿Cuántas veces debo de escribirlo? Payasa, digo, profesora—. dijo fingiendo inocencia al igual que una pequeña sonrisa.

— No lo se— respondió caminando atrás de ambos jóvenes—, las que requiera para que el mensaje se les grabe—. finalizó alejándose un poco de ellos. Sin embargo, Harry se volteó y habló:— No nos ha dado tinta—. comentó de manera obvia.

— No necesita tinta—. respondió de manera fría.

Ambos gryffindor compartieron miradas, como si supieran que algo estaba mal. Sin embargo, fue Rue quien rapidamente tomó la pluma y comenzó a escribir. Frunció el ceño al ver que la tinta era roja, dejando eso de lado siguió escribiendo, comenzando ya por su tercera línea; ignorando el ardor que sentía en su mano izquierda. Estaba enfocada en terminar con ese castigo de una vez.

Un quejido de Harry la sacó de su concentración—. ¿Qué te pasa?— preguntó sin mirar al chico. Al seguir escuchando los leves gemidos del chico, se volteó a verlo. Llegó a relajar un poco el ceño de la sorpresa que se llevó al ver la mano izquierda de Harry «No debo decir mentiras».

La pelirroja rápidamente sacó su mano al estar debajo de la mesa. «Debo respetar a mis profesores» estaba escrito en su mano dos veces y medio.

— Maldita, hija de puta—. murmuró al ver su mano ensangrentada y con aquellas cicatrices.

— ¿Sucede algo, jóvenes?— preguntó Umbridge caminando hasta estar al frente del chico.

— Nada—. respondió Harry tras un par de segundo.

— Que bien— pronunció de manera neutra—. Porque ambos saben, muy en el fondo, que se merecen el castigo. Verdad, señor Potter?— dijo mirando esta vez al chico con una sonrisa completamente falsa. Harry no respondió—. Bien...



























𝐈𝐍𝐄𝐗𝐎𝐑𝐀𝐁𝐋𝐄 𝄖𝐻𝑒𝑟𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒 𝐺𝑟𝑎𝑛𝑔𝑒𝑟Where stories live. Discover now