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Me despierto de golpe cuando siento unas sutiles manos dejando leves toques en mi hombro, haciendo que tenga que sacar mi cubre ojos para ver de quién se trataba

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Me despierto de golpe cuando siento unas sutiles manos dejando leves toques en mi hombro, haciendo que tenga que sacar mi cubre ojos para ver de quién se trataba.

—Señorita Monteiro, ya estamos por aterrizar— Dice la amable azafata para luego retirarse de mi vista y dirigirse a su cabina.

Aprovecho el poco tiempo que tengo antes de que las turbulencias del aterrizaje lleguen para ir al baño, lavarme la cara y tratar de que mis ojos se vean un poco menos hinchados de lo que están. Gran parte de mi estaba más tranquila y había considerado que está sin dudas fue la mejor opción que pude haber tomado, pero la otra parte mínima está preocupada por toda la vida que estoy dejando en Brasil, en mi hogar, dónde había vivido por toda mi vida y pensaba vivir por el resto de los días.

Pero las cosas cambian y las personas también.

Por eso estoy acá, en el jet privado de mi familia yendo hacia Argentina, para reencontrarme con mi hermano y empezar toda una vida desde cero. Necesito aire fresco, gente nueva y paz. Después de lo que pasó lo único que no he podido tener es un poco de paz.

Luego de unos diez minutos después de la interacción con la azafata llegamos a Ezeiza, el aeropuerto de Buenos Aires.

Mientras bajo las escaleras rebusco en mi bolso mi celular para poder llamar a mi hermano y comentarle que ya había llegado. Apenas lo encuentro busco su número en los contactos y palpo el icono de llamar.

El teléfono timbra pero no hay respuesta, espero pacientemente mientras el beep es lo único que se escucha,después de como nueve beep corto la llamada que no fue atendida y entro a nuestro chat para averiguar que era más importante que la llegada de su querida hermanita que no veía desde hace más de seis años.

Pero antes de poder escribirle algún mensaje una voz masculina hace que mi atención salga de mi celular.

—Hola muchacha, por la seguridad del aeropuerto y del país necesitamos revisar sus valijas— habla un policía alto y corpulento.

—¿Qué? pero si no llevo nada malo—le respondo con un poco de miedo y confusión.

—No es porque lleve algo malo, solo es la política del aeropuerto, venga por acá— dice dirigiéndose hacia una fila enorme de gente, dónde había más de doce personas esperando.

—Caralho— murmuro mientras camino hacia la extensa hilera de gente llena de muchos bolsos y valijas que tenían que ser revisadas.

Me percaté de que tenía mi celular y el chat de mi hermano abierto así que le escribo.

Me percaté de que tenía mi celular y el chat de mi hermano abierto así que le escribo

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⏰ Última actualización: Feb 15 ⏰

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Distintos | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora