Capítulo 4

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Sus ojos casi se salieron de las cuencas al ver que el hombre aumentaba de tamaño. Su cuerpo emitía desagradables crujidos mientras sus extremidades, torso y cuello realizaban movimientos que ningún ser humano podría imitar, convirtiéndose en un espeluznante espectro de la noche.

- ¡Dios mío! - dijo mientras se reincorporaba por completo y reanudaba su escape.

Observaba los cuerpos con terror mientras evitaba cualquier contacto con ellos. Estaba tan sumergido en la idea del escape que no se percató de lo que estaba sucediendo; los cuerpos habían comenzado a obstruir su camino y al percatarse de la situación no tuvo tiempo para actuar, ya que fue golpeado con tal fuerza que le provocó una dolorosa caída.

Se reincorporó para continuar su camino mientras cálidas gotas teñían parte de su rostro de un rojo carmesí. Dobló por la siguiente esquina, en un intento de perder al hombre y no seguir observando los asquerosos cuerpos que tanto le producían náuseas, y al descender por aquella calle, vio cómo estos últimos se desvanecían sin dejar rastro alguno.

El espectro daba la impresión de no tocar el suelo, sino de flotar a toda velocidad, haciendo su huida más difícil de lo que él pensaba. Miró a los lados con la esperanza de encontrar una puerta abierta o cualquier espacio donde resguardarse, pero todo estaba completamente cerrado y desolado.

A lo lejos pudo visualizar aquel enorme monumento, el cual se alzaba como una gigantesca sombra, imponente sobre los techos de las casas y mientras más se acercaba, más clara se podía ver. Hasta convertirse en una blanca y reluciente cruz.

Comenzó a bajar las escaleras sin prestar atención a los baches que poseían algunos de los peldaños, algo que entorpecía su marcha.

- ¡Ayúdenme, por favor! -gritó con desesperación cuando las luces de una casa se encendieron. Se detuvo y comenzó a golpear fuertemente la puerta principal, mientras sus gritos se extendían en varias direcciones- ¡Por favor, alguien que me ayude! ¡Por favor! ¡Abran... abran... se los suplico!

Pero nadie salió o respondió a su petición.

Se alejó de la casa hasta que uno de sus pies tropezó con uno de los escalones, impactando contra las barandas que lo separaban de la calle principal. Respiró hondo mientras un dolor intenso recorría su pecho. Con los ojos llorosos miró alrededor y descubrió que aquella endemoniada figura había desaparecido.

Limpió un poco su rostro sudoroso y ensangrentado. Caminó lentamente mientras se recuperaba por completo. Miró detalladamente la zona en la que ahora se encontraba y sí, sin duda el hombre había desaparecido.

Bajó los últimos escalones con cierto temor, pero al ver que no había rastros de su perseguidor, apresuró el paso hasta dejar el monumento tras él. Sacó su celular para comunicarse con su padre y hacerle saber lo ocurrido.

- ¡Papá! -dijo entre jadeos.

- ¡Hijo, ¿dónde estás?! -su voz estaba sobrecargada de preocupación- ¡Tu madre está furiosa!

- ¡Papá, escúchame! -pero justo en ese momento la luz de un farol se encendió, permitiéndole ver al espeluznante demonio, quien ahora había adoptado una altura inexplicable- ¡OH POR DIOS!

- ¡¿Qué sucede, hijo?!

Intentó gritar con todas sus fuerzas pero solo consiguió abrir la boca. Sus manos temblorosas dejaron caer su teléfono justo cuando el espectro lanzó sus manos sobre él.

- ¡Hijo, responde! -dijo alarmado.

Estuvo a punto de correr, pero antes de ejecutar cualquier movimiento, las manos del espectro ya habían apresado sus piernas.

- ¡Leo, ¿dónde estás?! -gritó su padre entrando en la desesperación.

Leo estaba siendo arrastrado por la calle. Su cuerpo estaba siendo lastimado por el asfalto y solo podía cerrar fuertemente sus ojos para soportar el ardor que le producía.

- ¡LEO, RESPONDE POR FAVOR! -se logró escuchar la débil voz proveniente del teléfono.

LeoWhere stories live. Discover now