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Carlos lo acompaña.
El madrileño parece tan renuente como el mismo Max.
Pero Christian no está disponible y Charles aún estaba ocupado con asuntos personales.

El neerlandés ya no podía retrasar más aquel suceso.
Tenía que entrar a su casa si o si.

Suspiro y bajando los ojos al piso busco las llaves en su bolsillo.
Estaba temblando y le costó introducirlas en la cerradura.
Carlos a su lado no renegó, estaba en un estado aparecido al rubio.

La última vez que había estado en esa casa, Checo y el estuvieron viendo el fútbol.
Aquel deporte era uno de los favoritos de su amigo.

La puerta cedió, Max apretó los botones para que la alarma no sonara.
Al abrirla el olor a rosas muertas inundó sus narices.
El recuerdo los bombardeó y los dejó en la entrada sin ganas de moverse.

Sergio amaba las rosas y a Max le gustaba regalárselas, por que el amaba a Sergio.

Siempre había querido plantar rosales fuera de la casa.
Pero nunca encontraron tiempo.

Max entró.
Tenía una repentina furia.
Estaba enojado.
Enojado con Helmut por arrebatarle tiempo.
Estaba enojado con el tiempo por que no era suficiente.
Enojado con la vida por tener esos planes.
Enojado con Sergio por que se había ido sin cumplir su promesa.

Una fina capa de polvo de expandía por cualquier superficie lisa o rugosa.
No había permitió que nadie más entrara.

Molesto como se encontraba, tiro al piso el primer jarrón de rosas secas.
El madrileño no se movió, seguía tan clavado en los últimos recuerdos de aquel lugar.

Era genuino, pero creía que si no se movía Sergio aparecería bajando por las escaleras con el cabello revuelto por que se acaba de despertar mientras bostezaba.

-¡el no volverá!- gritó Max, como si hubiera leído sus pensamientos.
-¿¡no lo entiendes?! ¡NOS ABANDONÓ!... el me abandono... se fue-

Con un nudo en su garganta, Carlos tubo que intervenir.
-hay que llamar a alguien... tenemos que limpiar este desastre- el piloto de Red Bull se puso de pie y asintió.

Unas llamadas más tarde alguien estaba atendiéndolos, ellos estaban a fuera frente a la piscina.
El silencio era duro, pero ninguno quería hablar.

Las bolsas con comida pérdida y rosas secas, eran difíciles de ignorar.
-quería que probara un platillo tradicional- dijo dejando en la mesa de cristal su limonada.

-no te tortures... es momento de dejarlo ir-
El madrileño se levantó de su silla.
No quería discutir aquello, por que el tampoco lo había soltado.
-voy a salir- le informo y se dio la vuelta.

Pensó que sería mucho más fuerte.
Pero estar en ese lugar lo ponía incómodo, Carlos se preguntó a si mismo.
¿Que estaba haciendo?

No se llevaba mal con Max, pero tan poco eran amigos cercanos.
¿Por que se repente no podían dejar de hablar por textos y llamadas? ¿Por que había aceptado venir?

~remplazó~

La palabra llenó su cabeza y desde entonces no la pudo sacar.
Carlos buscaba en Max una cadena para no dejar ir el recuerdo de Sergio.

Tomó su teléfono y marcó.
Había salido caminando y llevaba algunos minutos fuera.
-Ven... por favor- suplico al otro lado.

-Calos- el acento de Mónaco le sacó una sonrisa.
Charles no podía decir su nombre correctamente.
-¿fue tan malo?-

-mucho peor de lo que pensé... no estoy  listo Chars. No quiero... no puedo dejarlo ir-

Al otro lado Charles suspiro.
Pero no dijo absolutamente nada.
-no puedo decirte nada Calos... no puedo consolarte por que tampoco quiero dejarlo ir-

Aquella mañana cuando Max llamó a su viejo rival.
Para preguntarle si podía acompañarlo en ese viaje, Leclerc se inventó uno y mil pretextos.

No podía ir a aquella casa.
No ahora.
Había pasado los primeros meses pegado a Max.
Acompañándolo.

No sabía que más decir, no sabía cómo consolarlo.
Aquella conversación terminó pronto.
Pues ambos no sabían que más decir, como ayudar a que todo fuera igual.

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Abrácenme fuerte hasta recordar que ya no habrá más Calos en Ferrari!!
🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹

Nos vemos hasta el miércoles de la semana que viene!!

Tengan un buen día 🫶🏻❤️

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