7

404 10 0
                                    


By Bill.

-Esa es demasiado brillante... ¿esa? Demasiado oscura... el diseño de esa no acaba de convencerme y ésta es muy grande para mis dedos. Sobresale demasiado. Oye, ¿qué te parece ésta? Es tan elegante y sofisticada...

-Yo las veo todas muy bonitas, Heidi. Geniales pero, ¿no deberíamos hacer esto cuando salgamos del trabajo? – Heidi suspiró. Su expresión se llenó de arrugas que mostraban su irritación ante mis palabras.

-Bill, te he traído aquí para que me ayudes a escoger las joyas del día de mi boda. A ti, sólo a ti, ni a mis hermanas ni a mis amigas. ¿Tienes idea de lo importante que son las joyas de la boda para una mujer? Espero que no me hagas arrepentirme de haberte elegido a ti. – dócilmente, acongojado por la agresividad que mostraban las mujeres de Stuttgart, asentí. Podía estar volviéndome un poco más rudo en la forma de actuar y de hablar con los hombres, pero desde luego seguía sin tener ni idea de cómo abordar a una chica de Stuttgart. Eran tan diferentes a las de Hamburgo... tan seguras de sí mismas y capaces de tumbar a un camionero de un puñetazo. - ¡Aisss, esta es divina! ¿Qué te parece, Bill? – observé la gargantilla que Heidi me señalaba a través del cristal del mostrador. Era de oro, elegante, con incrustaciones de oro blanco cada dos centímetros. Su forma era sencilla y perfecta para una boda, pero no me gustaba nada.

-Bueno... prefiero la plata. La plata pega más con el vestido de novia ¿no? – Heidi pareció pensárselo seriamente.

-Tienes razón. Nada de oro... mejor oro blanco.

-¿Tiene que ser oro a la fuerza?

-¡Por supuesto!

-Es mucho más caro.

-¿Y qué? ¡Voy a casarme! Hay cuatro cosas primordiales para una novia el día de su boda. Necesito algo prestado, algo nuevo, algo viejo y algo azul. ¡Un collar de oro blanco hará juego con los viejos pendientes de mi madre! La diadema que Sabella compró en Italia hace unos años será mi regalo prestado y tengo intención de usar el lápiz de ojos azul claro que compré la semana pasada. ¡Quedaré divina! – vociferó, dando brincos en mitad de la joyería. Varias personas se giraron y cuchichearon sobre mi amiga, que en ese instante giraba como una peonza alrededor de los mostradores de la cara joyería. No tenía ni idea de cómo iba a pagar las joyas que comprara. Tendría que jugarse el sueldo de dos o tres meses enteros.

-Heidi ¿puedes pagar algo tan caro? – le pregunté. Ella sonrió de oreja a oreja.

-¡Por supuesto! ¿Lo dudabas? Mis padres me han enviado dinero extra desde Francia para que vaya preparando la boda. Pienso fundir la tarjeta de crédito.

-Ah, y... ¿cuándo vienen vuestros padres? – refunfuñé, pensando que debería ser su madre quien la ayudara a hacer las compras para la boda. ¡Yo ya empezaba a cansarme de cargar con los vestidos y complementos de sus dos hermanas! Los brazos me temblaban después de cargar con los zapatos, los vestidos y demás durante dos horas seguidas.

Heidi tardó un rato en contestar, ensimismada en un collar egipcio con piedrecitas brillantes.

-Vendrán el día de la boda y luego se irán a Francia otra vez. Sienten curiosidad por saber con quién voy a casarme; por eso quizás vengan un día antes, aunque lo dudo.

-Para, para... ¿Sienten curiosidad? ¿Es que no conocen a Kam? – Heidi negó con la cabeza, como si estuviera preguntando una tontería.

-¡Claro que no! ¿Crees que mis padres vienen mucho por Alemania? La última vez que los vi fue hace dos años, en Navidad. – me quedé con la boca abierta. Pero ¿qué clase de padres tenían a sus hijas abandonadas en otro país y no se molestaban en hacerles una visita ni con motivo de boda? ¡Vaya mierda de padres!

Muñeco Acabado // By Sarae (Ultima Temporada)Where stories live. Discover now